El pajote de mi padre





Una noche estábamos mi padre y yo solos en casa. Mi madre estaba de turno de noche y mi hermana había salido de fiesta. Después de cenar nos quedamos los dos sentados en el sofá viendo la televisión, aburridos empezamos a ver una de las pelis que emitían. Terminamos de ver una película y empezó otra, yo estaba más pendiente al móvil que a las pelis, pero ese finde mis colegas tenían exámenes y me tuve que quedar en casa con mi padre. Yo tenía algo de sueño pero que me quede un rato más con él en el sofá. Aburrido de ver el móvil y la televisión empecé a dar cabezadas hasta que me quedé dormido.

Al rato me desperté y abrí los ojos, la tele seguía puesta, mi padre al otro lado del sofá andaba mirando el móvil muy fijamente. Me pareció raro, estaba muy concentrado, pero no le di importancia y volví a dar una cabezada. Cuando me di cuenta, me desperté de nuevo, volví a mirar con los ojos entreabiertos y todo seguía igual. La televisión puesta, una luz tenue encendida y mi padre mirando fijamente el móvil. Lo noté raro, concentrado, seguí mirándolo unos segundos hasta que llevo su mano a su entrepierna. !Joder! abrí bien los ojos mirando lo que creía haber visto. !Dios! Está empalmado. Mi padre está cachondo y se esta tocando el paquete. Por unos segundos volví a cerrar los ojos, nervioso, sin saber que hacer, incluso me estaba dando algo de vergüenza presenciar ese momento. Me quedé inmóvil. Sentía como el calor iba inundando todas las partes de mi cuerpo, a la vez que mi polla comenzaba a ponerse dura.

!Maldita sea!, pensé. Intenté cerrar los ojos fuertemente para quedarme dormido pero no, sentía la excitación de mi corazón, como me salivaba la boca y mi polla empezaba a incomodarme debido a su tamaño. Estaba tentado a abrir de nuevo los ojos. No sabía bien que hacer, pero solo quería abrir los ojos y ver que estaba ocurriendo. Lo hice, miré de nuevo a mi padre, y allí estaba. Tenía las piernas abiertas, el paquete se le marcaba por todo el pantalón del pijama, se le señalaba claramente y el se acariciaba lentamente dándose placer. No quitaba la vista de la pantalla del móvil ¿Qué estaría viendo? ¿Qué le daba tanto morbo? El pulso se me aceleraba a tal punto que parecía que un caballo cabalgaba sobre mi pecho. Tragaba saliva y volvía a fijarme en su bulto. Era poderoso. Me llamaba la atención la manera en la que se acariciaba todo, lentamente, apretándose la cabeza y jugando con sus dedos.

A mi la situación me resultaba extraña pero muy morbosa. Me excitaba verlo de esa forma y fantaseaba pensando cómo sería su polla. De repente mi padre apagó el móvil y se quedó quieto. Volví a entrecerrar los ojos para que creyese que seguía dormido. Noté que me miró y volvió a coger el móvil, con la otra mano se colocó bien el paquete, que le incomodaba, cuando terminó se levantó del sofá y salió del salón.

Yo me quede inmóvil y por unos instantes no hice nada. Cuando comprobé que no volvía me incorporé del sofá y llevé mis manos a mi polla. Bufff estaba durísima, empapada. Estaba tan cachondo que me quedé en el salón y aproveché que mi padre se había ido para tocarme un rato fantaseando con la situación que había vivido. Me saqué bien la polla y los huevos y me bajé algo el pantalón del pijama. Quería disfrutar bien de la paja. Tomé saliva de mi boca y me la apliqué en el rabo para poder masturbarme cómodamente. Las imágenes de aquel bulto, duro y grande, de las manos fuertes de mi padre acariciándoselo todo, del pantalón apretándole y marcándoselo todo… no paraban de sucederse por mi mente. Al ver que mi padre tardaba, me entró la curiosidad por saber que estaba haciendo él. ¿Dónde había ido?¿Qué estaba haciendo? La idea de verlo de nuevo me aterraba y me atraía a la vez. No estaba bien, era mi padre, pero me excitaba y me daba un morbazo tremendo.

Me lo pensé unos segundo y me decidí. Guarde mi polla dura y húmeda de nuevo y me quité las zapatillas para no hacer ruido. Salí del salón y pensé en buscarlo en su habitación, ¿Se habría acostado? ¿Estaría masturbándose? ¿Dónde estaría tan cachondo? Cuando llegué al pasillo, vi como la luz del baño estaba encendida. La puerta no estaba cerrada del todo, por eso dejaba salir la luz que se veía en la oscuridad de la casa. Me acerqué lentamente, con cuidado para no hacer ningún ruido. Cuando estaba cerca dudé, ¿Debía irme? No, quería saber que pasaba, estaba excitado y la curiosidad invadía mi cabeza. Me acerqué aun más a la puerta y pegué los ojos al fino espacio que había entre el marco y esta. Había alguien, afiné la vista para descubrir qué hacía y allí estaba. Mi padre de pie frente al espejo del lavabo. Tenía el móvil en la mano izquierda, podía intuir que en la pantalla tenía puesto un vídeo porno, los pantalones del pijama bajados hasta las rodillas, dejando ver su culo y los huevos que le colgaban mientras botaban lentamente. Con la mano derecha se agarraba fuertemente el nabo, mientras se masturbaba suavemente pero sin parar. 

En ese momento una punzada me recorrió todo el cuerpo. Algo extraño, diferente, pero tan excitante y ardiente a la vez. Creía que la polla me reventaría. Me quedé paralizado y mirándolo fijamente. Él no paraba. Continuaba masturbándose sin quitar la vista del móvil. Lo notaba distinto, mi padre en todo su esplendor, tan masculino y sexy, sus piernas fuertes y velludas, su culo prieto, sus grandes huevos seguramente cargados de la leche de varios días, me fijaba en sus manos, grandes y rudas, en cómo se excitaba y daba placer en la punta del glande con los dedos. Se escupía generosamente en la mano y continuaba machacándose la polla sin dejar que la erección se parase. Se manejaba el rabo con la mano con decisión, le notaba erecto al 100%, entregándose por completo al placer. Su respiración se excitaba por momentos y podía sentir como respiraba cada vez más fuertemente. Continuaba masturbándose sin dejar de mirar ni un segundo el móvil. Aquello que veía le excitaba, lo ponía cachondo y no podía evitarlo. Soltó el móvil un momento en el lavabo, colocándoselo para no dejar de ver el vídeo. La mano que había dejado libre por el móvil se la llevo al pecho. Pude ver como se buscaba el pezón entre la camiseta y notaba como se lo pellizcaba. Soltó un gemido leve, la respiración se le alteró seguidamente. Aquello le había producido un placer enorme. Soltó por un segundo su pene y se quitó la camiseta que le incomodaba. Aquel acto hizo que el pantalón del pijama se le deslizara por completo hasta el suelo. Entonces pude fijarme perfectamente. Mi padre completamente desnudo. Aquella imagen me provocó una sensación diferente por todo el cuerpo, sentí como un gusto que me llegó muy dentro, un cosquilleo placentero que casi me hace derramar mi leche sin tan siquiera tocarme.

Entonces comenzó a bufar mi padre, había llevado de nuevo su mano hasta su miembro agitándolo fuertemente y sin descanso. El vídeo del móvil se había parada pero eso ya no le importaba. Se sentía preparado y excitado, su mirada ahora se dirigía hacia su entrepierna. Volvió a llevar una de sus manos hacia su pecho, ahora desnudo y despojado de ninguna prenda, los pectorales algo marcados, lleno de finos vellos que dibujaban un perfecto camino hacia su cintura. Su culo se apretaba con cada sacudida, moviéndose de manera prominente como queriendo encular en su fantasía. Entonces se giró levemente, me asusté. Me retiré de la puerta y me quedé callado. Durante unos segundos dejé de verlo. Volví a sentir su respiración agitada, cada vez más fuerte, más intensa, sus gemidos se escapaban sin quererlo y volví a acercarme a la puerta. En aquel momento, pude verlo. Veía su polla perfectamente, erguida, entre sus manos. Mi padre seguía frente al espejo del lavabo, pero ahora se miraba. Miraba como se masturbaba él mismo y su cuerpo se endurecía por momentos. Ahora podía ver su pene. Duro, firme, con las venas bien marcadas por todo el tronco. El glande prominente, enorme, parecía latir con cada sacudida. Ahora se masturbaba más fuerte, gemía, cerraba los ojos y se relamía los labios. Lo estaba disfrutando. Gozaba. Los huevos le botaban bruscamente, le colgaban y sonaban a cada golpe con sus piernas. Su pene parecía cada vez más grande, y el precum se escurría entre sus dedos llegándose a resbalar entre sus huevos. Mi corazón latía tan fuerte que creía que mi padre podía escucharlo, mi boca se llenaba de saliva y la polla me iba a estallar de un momento a otro.

Entonces, noté como mi padre se retorcía. Se masturbaba tan fuertemente que llegaba a ser violento. Se soltó unos segundos el rabo, se escupió y volvió a agarrarlo con fuerza. Estaba ya listo. Sus ojos se volvían dejando rienda suelta al placer. El glande le iba a explotar y su cuerpo se endurecía con cada movimiento. Sentía su respiración llegando al climax, gemía y se gustaba. Se agarró con una de las manos fuertemente al lavabo y lo soltó todo. El semen se derramó por todo el baño, abundante, espeso… los gemidos se tornaron en gruñidos, como de un animal, como una bestia. La corrida continuaba saliendo con cada sacudida, intensa, vertiendo toda la leche que había dentro de sus huevos. Tras unos segundos, se quedo exhausto, tembloroso, las piernas le temblaban tras semejante corrida. El sudor le caía levemente por el pecho y la polla le latía surtiendo la última gota de semen que le quedaba dentro. Nunca olvidaré aquel momento. 

Me retiré poco a poco, asombrado, excitado, sorprendido. Caminé de puntillas hacia mi cuarto y me tumbé en la cama. Tras unos segundos, la imagen de mi padre masturbándose en el baño no paraba de pasar por mi mente. Entonces me toqué, !Estaba empapado! Saqué con cuidado mi polla erecta del pantalón del pijama y… me había corrido !Joder! Aquella imagen me había excitado tanto que había derramado todo mi leche sin quererlo. Aquella noche casi no pude pegar ojo. La excitación me duró unos días y aun hoy, cuando recuerdo aquel momento, se me sigue poniendo la polla dura y vuelve a mí la sensación de aquel día.

Fin.

Autor: Anónimo

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