Mediodía con el abuelo
Me llamo Rúben, soy uruguayo pero hace alrededor de 9 años que resido en Argentina, específicamente en capital federal, por cuestiones laborales. Esta historia data de un recuerdo que nunca se apartará de mi mente y que constituyó mi única experiencia homosexual hasta la fecha.
Cargaba con tan solo 17 años y un sin número de preguntas y nuevos mundos se iban abriendo en el campo de la sexualidad. Las primeras salidas con chicas, los primeros besos y como consecuencia de todo, el primer contacto sexual.
Una viernes de mañana me encontraba en casa de mis abuelos, porque acostumbraba a cortar el césped y podar un poco el jardín, para que el fin de semana (día de visitas) luzca impecable. A parte de todo esto, también cosechaba algo de dinero que ayudaba en las salidas de la noche con mis amigos o con alguna novia.
Era uno de esos días de muchísimo calor por lo que yo estaba sin remera y con el cuerpo todo sudado. En esas épocas lo tenía ejercitado y con buenos abdominales, algo ya casi imposible en la actualidad. Mi abuelo de 67 años, era descendiente de italianos y como buen tano tenía una barriga bastante pronunciada, manos grandes, algo de barba y con bastante pelo en pecho. Trabajaba de camionero a larga distancia por lo que muy pocas veces se encontraba en su casa los días hábiles de la semana. Mi abuela tampoco estaba en casa a la mañana porque trabajaba en un taller de ropa como modista.
Ese día por casualidad o destino, vaya a saber uno el porque, mi abuelo aparco el camión a la entrada trasera de la casa, justo enfrente del jardín donde estaba trabajando hacía algunos minutos. Se bajó y se dirigió al galpón donde guardó un par de herramientas. Todos esos movimientos no los divisé pero, después con el pasar del tiempo, los imaginé partiendo de las pocas imágenes que había registrado, pues no le había dado gran importancia.
Hasta ese día, con honestidad lo digo, nunca me había fijado en un hombre ni se me hubiese ocurrido nada parecido a lo que iba a suceder luego. La casa se dividía en dos partes y cerca del galpón había un viejo baño que utilizaban más que nada para sacarse la mugre más gruesa , como decía mi abuela , y los restos de grasa de motor, para luego pasar al baño de la casa.
Mi abuelo se dirigió al baño para asearse pero por desgracia (o fortuna) no había jabón por lo que me gritó desde el portón para que busque uno en el depósito. Fui al trote y seleccioné un pan de jabón blanco (para ropa). Al acercarme a la ducha comprobé que el portón estaba semiabierto y el se había quitado toda la ropa. En primera instancia lo primero que me causó verlo desnudo fue gracia y una leve sonrisa se dibujó en mi cara. Claro, si estaba de espaldas y uno muchas colas puede imaginarse y hasta puede que no se le de demasiada importancia, pero al girarse hacia mí por completo dejando ver todo su miembro sin ningún pudor fue algo que me impactó de lleno y creo que mi abuelo se percató desde un principio de la situación.
Al alcanzar el jabón, mis ojos no podían hacer otra cosa que examinar todo ese cuerpo tratando de no ser tan obvio en mis intenciones. De nada sirvió porque por algo la edad trae aparejado muchas cosas y mi abuelo desde el comienzo había observado mi curiosidad. En vez de alcanzar el jabón, tomó mi mano y me empujó de lleno bajo la lluvia fría tomándome por sorpresa. Riéndose me dijo que estaba transpirado y necesitaba un buen baño para relajarme un poco. El se acercó despacio mientras yo estaba petrificado admirando de reojo sus facciones. Tenia muy buenas piernas, grandes y bien definidas. La barriga era
muy pronunciada cubierta por una intensa mata de pelos que al llegar al pecho se volvían grises. Su pene era enorme o al menos así me pareció al principio y estaba decorado con un intenso monte que se conectaba con la pelambre del resto del cuerpo. Tenía tetas grandes y en esos días una barba de unas dos semanas que cubria gran parte de su cara.
Llegó hasta mí y sin dudarlo me tomó de la mano y retiró el jabón que todavía esta en mi poder. Comenzó a pasarlo por su pecho pero no dejaba de mirarme fijamente a los ojos. Hasta que su voz cortó el éxtasis que en esos momentos corría por mi cabeza. – Rúben, no te vas a quitar los pantalones o te bañas siempre vestido - . Esas palabras sonaron, a mi parecer, como una invitación a algo que para mí era impensado hasta el momento; bañarme desnudo con mi abuelo a tan solo diez centímetros uno del otro. Giré y traté de no ser tan evidente por lo que me quité el pantalón de costado ya que si me colocaba en cuclillas no tenía muchas opciones, o quedaba delante de su miembro o si era al revés, mi cola quedaba delante de su pene, que en esos momentos parecía tomar forma o por lo menos había abandonado la anterior.
Me incorporé pero estaba muy tieso, no hablaba y era señal que algo raro me sucedía. Mi abuelo se percató de la situación y tomando el jabón comenzó a pasarlo por mi espalda con le excusa de que siempre era difícil llegar ahí. Comenzó cerca de los hombros pero fue bajando de apoco, dando giros concéntricos para llegar muy cerca de mi cola, casi hasta la entrada. En ese momento en verdad yo estaba muy excitado y mi pene demostraba mi situación creo que a veinte mil leguas de distancia. Su trabajo no finalizó ahí y continuó por mis nalgas, pasando muy suavemente el jabón. En esos momentos no deseaba otra cosa que la posibilidad de sentir su mano sobando mi cola, por lo que inconscientemente me incliné levemente hacia delante indicando el nuevo destino.
Mi abuelo entendió el mensaje y suavemente con la punta del jabón comenzó a recorrer la raya de mi cola. Luego se detuvo y al mirar de reojo comprobé que se enjabonaba su mano para continuar el trabajo más de cerca. Sentí sus inmensos dedos que se adentraban abriendo paso entre mis cachas y reparé cuando el índice hacia más presión que en cualquier otro caso en los que uno se lava normalmente el trasero. Con el dedo comenzó a bombear y mis ojos instintivamente se cerraron para absorber todo el placer que esto traía aparejado. No se cuando duró, pero si se cuando finalizó pues de forma imprevista retiró la mano bruscamente para tomarme de la cintura. Me aferró y de un tirón me acercó a su cuerpo. El contacto fue algo increíble y una sensación que todavía tengo grabada a fuego en mi cabeza. Su polla impactó directamente en mi cola y su barriga hacia presión en mi espalda por lo que me obligó inmediatamente a arquearme hacia delante.
Comenzó un suave balanceo ascendente donde yo solo atiné a entreabrir más mis piernas. Sentía su pene erecto, tremendamente grande y la fuerza y rudeza con que me tomaba me erotizaba aún mas. Me tomó del cabello y me giró rápidamente para dejarme justo frente a su obelisco a punto de estallar. Con su mano dirigió mi cabeza hacia el mientras que yo no oponía resistencia alguna. Como podría explicar la sensación que tuve al tener el primer contacto con ese miembro. Sentirlo caliente y apunto de estallar me llevó a tomarlo con mi boca como mejor me salió en el momento, saborearlo y con la otra mano tomé los inmensos huevos que decoraban el manjar. Succione tan solo un par de veces y mi abuelo se tensó y estalló en mi boca que no me dejó apartar con la presión de su mano sobre mi cabeza. Al principio no trague su semen pero después, con la saliva que había en mi interior y el poco espacio que dejaba libre la polla de mi abuelo estuve obligado a tragarlo porque comencé ahogarme rápidamente. Su mano cedió y me separé aún con restos de semen colgando de mi boca.
En todo ese proceso no lo miré a los ojos, por alguna razón me aterraba comprobar lo que en realidad estaba sucediendo. Solo imaginé y aún imagino su expresión a lo largo de la faena y es algo que todavía me sigue excitando. Me recosté a la pared con la cabeza gacha, hasta que su mano tocó mi hombro y me obligó a incorporarme. Me extendió su mano para ayudarme a levantar y cuando estuve parado se dirigió a mi pene y comenzó a menearlo rápidamente, me giró y me puso de espaldas a el y se acercó de nuevo para tomar contacto. Su polla ya había perdido forma pero la posición y todo el erotismo que eso generaba en mí, me originó una de las corridas mas grandes que tuve a lo largo de mi vida. Continúo meneándola y luego se llevó los restos de semen que quedaban en su mano hasta su boca, como sellando un pacto entre abuelo y nieto. Me giró y me besó suavemente en la boca y con suaves palabras me dijo, esto queda entre nosotros dos, es nuestro secreto, nada más que de nosotros . Se giró terminó de enjuagarse y tomó la ropa que estaban el perchero improvisado, se vistió y se dirigió a la casa para esperar la comida, porque ya era mediodía...
Bien, esto fue una de las cosas más fuertes que me ocurrió a lo largo de mis tantos años. Espero que este testimonio que siempre tuve ganas de contar pero nunca había tenido la oportunidad ni el lugar para hacerlo sirva para que otros pueda entregar el suyo. Dejo de igual forma mi correo porque me gustaría tener contacto con otras personas e intercambiar ideas, pensamientos, etc. Un saludo desde Argentina...
Autor: Rubén
Autor: Rubén
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