Mi padre hétero


Yo estaba bien sudado. Sentía mi cuerpo caliente y mi ano adolorido. Lo toqué y corría la leche muslo abajo. Pensando en que ya no era virgen, en que ya acababa de perder la inocencia, me quedé dormido pot lo exhausto que estaba.

Tengo 18 años, mido 1.75 metros, de piel blanca, ojos marrones, cabello negro, velludo y con cuerpo un poco trabajado... Como todos los días en vacaciones al despertarme me hago unas pajas viendo porno desde mi celular. Pero hay algo que me encanta y es el olor a macho. Me levanto y voy a la habitación de mi padre, tomo algún bóxer sucio y lo llevo conmigo a mi habitación. Una vez allí refriego el bóxer en mi cara. El olor a orina y sudor me vuelve loco. Hay veces que con un poco de suerte llego a percibir hasta el olor del semen, que me encanta. Es como un regalo que me ha dejado mi padre, restos de una, supongo, buena corrida. Me desnudo y comienzo a tocarme el culo. Se siente rico. Meto un dedo hasta el tope y luego dos y tres... Gimo de placer y comienzo luego con la paja, pero no me siento tan satisfecho. Entonces  pienso que tal vez necesite una verga real que me penetre. Ya que soy virgen por atrás...
Esta situación se repite muy seguido y es frustrante. Ya cansado de lo mismo, ideé un plan para que mi padre me metiera su verga.

Mis padres están divorciados hace ya dos años. Mi madre se fue al sur y yo me quede con mi padre por los estudios, hasta que los termine. No le he visto ninguna novia a mi padre desde entonces, y sólo se que sale de vez en cuando por las noches a buscar alguna prostituta, según yo. Mi padre es muy macho. Se parece mucho a mi físicamente. Es velludo, tez blanca, ojos marrones, pero sólo que es más alto y mas macizo, con una espalda mas ancha pero no es gordo. Sé que es muy descuidado en el vestir.  A veces puedo notar su verga por debajo del pijama.  Usa alguna camisa y un pantalón de tela delgada como pijama, pero no usa bóxer debajo de eso.

Masturbándome de nuevo pensando en él, tuve que poner en marcha mi plan. Trataría de darle un masaje al llegar del trabajo. Una cosa simple, que me diera pie a seducirle. Me habían dicho mis amigas, que yo era bueno dando masajes. Ahora ya tocaba comprobar si mi propio padre opinaba lo mismo...

Ese día mi padre llegó del trabajo se quito la corbata y el vestón. Quedó solo en camisa y el pantalón.

-Hola hijo ¿Como estas?

-Bien papá, aquí haciéndote la cena... ¿Y a ti como te ha ido en el trabajo?

- Bien regular como siempre. Algo cansado.

-¿Quieres que te haga un masaje luego?

-¿Sabes hacer masajes?

-Algo sé, no soy experto ni nada... -contesté disimulando mi inseguridad.

-Claro -sentenció mi padre- Luego de comer.

Para la cena prepare su plato favorito acompañado de un vino para que se relajara un poco, siguiendo el plan. No es que quisiera que tomara para emborracharle, Yo sólo quería que se sintiera algo desinhibido. 

Al terminar el se fue a su habitación  a ver televisión y yo hice como que fui a lavar los platos. Cerró la puerta y fui tras él para espiarle mientras se quitaba la ropa. Su torso desnudo me gustaba. Era velludo. Me nacían unas tremendas ganas de lamerle el pecho y las tetillas, el cuello y el ombligo. Todo. Seguí contemplando cómo se desvestía hasta que se quitó el cinturón y los pantalones. Unas piernas trabajadas y peludas, gruesas,, aparecieron a mi vista. Finalmente quedó sólo en ropa interior para luego ponerse algo más cómodo, un short y una polera.

Esperé unos minutos y fui a lavar la loza.

-Hijo, ¿estas por ahí?

-Si papá -contesté yo, obediente.

-¿Me harás el masaje que me dijiste? Digo antes de que me quede dormido...

-Si, ya voy -le dije yo terminando a toda prisa de lavar,

Con mi padre tenemos una relación muy cercana y respetuosa. Él viene a ser como un amigo para mi. Pero no sabe de mis gustos sexuales ni sospecha nada sobre mi extraña atracción por él, a Dios gracias. Cuando la loza estuvo bien limpia, fui hasta su alcoba y desde el quicio de la puerta le hallé sentado a los pies de la cama,  mirando  la televisión, que quedaba al frente de ésta. Y entré.

-Bien papi, comenzaré -anuncié tímidamente. Y él asintió.

Me subí a la cama, por detrás de él, mientras él se quitó la polera.  No se había bañado y pude olerlo: su piel, su cuello...su aroma irresistiblemente masculino.

Comencé  a masajearlo sin prisa pero sin pausa. Mis manos se aplicaban sobre sus hombros y pasaban a veces a tocar sus pectorales, sus brazos fuertes.., Bajaba por la espalda masajeando, y luego  me detenía sobre su estomago velludo, bajo de los pectorales.

-¡Ooh hijo, se siente muy bien!

-¿Te gusta papá?

-Si mucho.

Eso me excitó muchísimo. Más me estaba gustando a mi,

-¡Humm qué bien lo haces! -susurró mi padre- ¿Quien te enseño?

-No nadie -dije- Sólo me nace hacerlo así.

No quise darle más detalles. No procedía.

Siguiendo con mi trabajo de masajista, poco a poco noté como mi padre se iba relajando y  deslizé mis manos desde su torso hasta su pelvis.  Desde ese punto me concentré en masajearle las piernas y me centré en sus cuádriceps. Para mi estupor, le oí gemir. Seguí con mi masaje hasta que caí en la cuenta de que le iba palpitando y creciendo la verga por debajo del pantalón. Se me aceleró el pulso y hasta me tembló la respiración pero no dudé ni un momento en deslizar mis manos desde su torso hasta su pelvis, hasta que por sorpresa, con una mano tomé su verga. Se sentía grande y gruesa, venosa, velluda. Estaba calentita.

-¡Hijo que haces, por dios! -exclamó él sobresaltado. Trato de quitar mis manos de su verga pero no lo logró.

-¡Papá tranquilo! -murmuré- Es parte del masaje. No pasa nada, solo déjate llevar.

-¿Qué? ¿Estas loco? -gritó él-¡Eres mi hijo!

-¿Que acaso nunca te has masturbado con amigos o algo así? -le pregunté yo. Fue lo primero que se me vino a la cabeza.  Esto es parecido, de aquí no sale nada -afirmé.

Entonces a besarle el cuello y pegué mi cuerpo al de él  y mi verga mientras lo masturbaba. Él permaneció inmóvil, dejándose hacer. Ignoro qué pasaría por en mente en aquel momento. El caso es que  finalmente yo bajé su pantalón para sacar su verga y poderla agarrar mejor. En ese momento él comenzó a decir cosas susurrando que yo no podía entender,  pero ya no quitaba mi mano ni la rechazaba, sólo apretaba las sabanas con sus manos. Me enderecé y le quité el pantalón,  y lo tiré hacia atrás, como acostandolo y me metí su verga a mi boca. Me limité a saborearla, apreciando su sabor salado, lamiéndola despacio, desde la cabeza a la base lo mas que podía.

Él se llevó una almohada a la cara. No lo podía creer ni deseaba mirar.

Seguí lamiendo. Bajé por sus huevos,  y me los eche a la boca. Sus vellos quedaron ensalivados, Sin dejar de chupar, acariciaba sus fuertes piernas con una cierta fuerza tirando de sus vellos. Ahí él ya comenzó a gemir muy leve  y por fin se quitó la almohada y la puso bajo su cabeza, para observar mi hazaña mientras se acariciaba el abdomen. Yo no dejé de lamerle, desde su pelvis subiendo hasta su cuello, le quedé mirando a los ojos y nos dimos un beso apasionado. ¡Era mi propio padre, ya entregado completamente a mi!

Y entonces empezó la acción: mi padre me estaba acariciando los cabellos mientras yo le lamía y se las apañó para quitarme la polera. Pronto se puso sobre mi, sujetando mis brazos mientras me besaba, obligándome a dejar de lamerle la verga. Me quitó los pantalones, el bóxer... Mi verga que ya no podía más pudo salir. Y estaba bien erecta. Mi padre se fijó en mi sexo. Lo agarró con firmeza, como sopesándolo. Estuvo así durante un instante y luego se levantó de la cama, me quito los calcetines y se acerco a un mueble para tomar un frasco de vaselina, frasco que llevaba ahí guardado sabe Dios cuánto tiempo, de cuando mi madre aún vivía con nosotros.

Lo dejó en el velador y se lanzó con un beso apasionado nuevamente.

-¡He querido esto hace mucho, papi! -le dije.

-¡Pues ahora tendrás un poco de esto -me dijo agarrándose la verga.

Y entonces sucedió.

Me tomó y me abrió de piernas. Untó vaselina en mi culo. Su dedos jugaron un rato con mi agujero, metiéndome en ocasiones un par de dedos...

-¿Te han metido ya una verga antes, hijo? -preguntó con voz de preocupación.

-No. Serías el primero.

-¿Estás seguro? Después te podrías arrepentir.

-¡Estoy muy seguro! -afirmé-¡Te deseo, quiero tu leche dentro de mi!¡Párteme la colita en dos!

Él deslió su verga en mi culo hasta que introdujo la punta. No me dolió mucho ya que me había metido cosas antes, como todo adolescente curioso.

Lentamente introdujo toda su verga.

Solté un gemido de placer con dolor.

Puso mis piernas en sus hombros y comenzó a embestirme como un animal. Su gruesa verga ya  entraba completa en mis entrañas...Me dolía pero era placer puro. Sus brazos musculosos sujetando mis muslos, sus fuertes embestidas, sus desgarradores gemidos...

-¡Huuuh qué rico hijo! -exclamó -¡Uf qué rico culo tienes! ¡Muy estrecho!

Me dio vuelta y me puso en cuatro patas  para seguir taladrándome con su verga. Me bombeaba y sus bolas se sentían chocar contra mi cuerpo. Y mientras me penetraba, él tom.o mi verga y me hacía una paja tremenda. La mano de mi padre era grande y áspera pero se sentía muy rico. Siguiendo con el vaivén de su verga dentro de mi, la cama sonaba muchísimo y mi padre estaba sudado, como si tuviera mucho tiempo de no disfrutar del sexo. Yo mordía la almohada, y él gemía, y su vena en el cuello bastante exaltada daba fe del esfuerzo... Su verga ya entraba cada vez más rápido, se escuchaba el choque de sus huevos con mi culo.

-¡Ya voy hijoooo! -gritó de pronto mi padre- ¿La quieres aquí?

-¡Si papi dámela en el culo, dentro! -le rogué- ¡Por favor!

Del rápido bombeo siguió con unas cuantas embestidas lentas pero muy fuertes, y sentí dolor y gozo al mismo tiempo. Y entonces se corrió. Sentí algo caliente dentro de mi, que me llevó al éxtasis. No se salió de dentro de mi, y permaneció abrazado a mi. Luego su mano agarró mi verga, dura como el fierro, y me masturbó con firmeza. Un par de meneos después mis bolas reventaron y yo también me corrí entre espasmos de placer y gemidos de emoción. Me acoste sobre la cama rendido y conmigo, él encima, hasta que por fin se salió de mi cuerpo. Y cuando o hizo no pasó nada especial. Sólo se fue a bañar.
Yo estaba bien sudado. Sentía mi cuerpo caliente y mi ano adolorido. Lo toqué y corría la leche muslo abajo. Pensando en que ya no era virgen, en que ya acababa de perder la inocencia, me quedé dormido pot lo exhausto que estaba.

FIN.
Autor: David18
Publicado originalmente en: Relatos Sexys
Editado por: Watch

Comentarios