Lesionado
Eran las vacaciones de verano de 1998 y, como un muchacho de 15 años, estaba a punto de vivir mi sueño de pubertad, con mi papá.. Para él y para mí, sería un verano que nunca olvidaríamos.
Al crecer, mi padre y yo no estábamos muy unidos, pero yo soñaba en secreto con salirme con la mía. David, mi papá, a sus 40 años bien llevados, era un hombre severo y tenía una manera de mantenerme a distancia muy particular. Cuando intentaba pasar tiempo con él, me decía algo así como «ahora no tengo tiempo». Siempre fue amable, pero distante. Todo eso cambió un verano cuando papá se rompió el tobillo jugando al fútbol. Resultó que mi madre trabajaba de día por lo que me tocó a mí cuidar de papá.
Mi padre llegó a casa del hospital un domingo por la tarde y mi madre me explicó lo que haría a diario. Me excitaba mucho la idea de ver a mi padre desnudo, pero al mismo tiempo tenia miedo de tener una erección delante de él. Por fin iba a tener un rato a solas con mi padre, estaba muy excitado y muy nervioso. Pero David era un hombre grande, de 1,90 metros y 110 kg, cuidar de él no sería fácil.
La primera semana transcurrió sin problemas. Mi padre tomaba la medicación para el dolor y le iba muy bien. Además de ver películas y jugar a las cartas, pudimos hablar de nuestra relación y formar una nueva amistad. Papá y yo nos llevábamos muy bien. Había notado algunas veces que cuando yo entraba en la habitación, él tenía una erección, quizás por lo que estaba viendo en la televisión. Esto me ponía duro y siempre que me sentaba trataba de ocultar la mía. Nunca había visto a mi padre desnudo, aunque lo intenté muchas veces. Era un hombre reservado.
El lunes siguiente por la tarde, mi madre llamó desde el trabajo para recordarme que no llegaría a casa hasta las 21:00 horas debido a su reunión. Tendría que pasar cuatro horas más con mi padre. Era un día lluvioso y yo estaba feliz de estar en casa. Mi padre se sentía cada vez más cómodo conmigo y yo sentía una gran conexión con él. La tarde pasó rápidamente y preparé una cena rápida para nosotros y luego limpié.
Me pidió que le ayudara a ir al baño. Hasta entonces, usaba una botella para orinar, lo que me excitaba estar a su lado mientras la usaba. Incluso la sensación de su orina caliente en la botella me excitaba y tenía que vaciarla rápidamente para que no se me pusiera dura. Él estaba aprendiendo a usar las muletas y temía que se cayera. Me sujeté a su cintura mientras nos dirigíamos al baño. Quería deshacerse de la botella y empezar a orinar por sí mismo. Justo cuando iba a salir de la habitación me dijo «espera, quédate por si me caigo». Yo era muy tímido, pero quería quedarme. Puso una muleta contra la pared y se apoyó en la otra. Entonces, con mi corazón palpitando, abrió la parte delantera de sus calzoncillos y sacó su polla. Se me puso dura y traté de ocultarla. Terminó de orinar y parecía estar a gusto conmigo allí dentro con él.
Después de acomodarlo en la cama, tenía muchas ganas de bajar y masturbarme con la imagen que tenía en mi mente de su larga polla. En cambio, algo mucho mejor estaba a punto de suceder. Papá me pidió que le diera un masaje en la pierna y le ayudara a lavarse. Mi madre lo hacía por la noche, pero con ella en la reunión, no habia de otra. Aunque estaba nervioso, dije que sí. Cogí agua caliente y jabón y lo senté. El sol le daba en los ojos a través de la ventana, así que me pidió que cerrara las persianas. La habitación a oscuras parecía más adecuada y quizás ayudaría a ocultar cualquier erección.
Comencé a frotar su pierna con largas y suaves caricias. Se sentía increíble tocarlo de esa manera. Me hizo recordar todas las veces que lo miré preguntándome cómo sería tocarlo y que él me tocara. Se me estaba poniendo dura y sabía que él podía verlo. No había forma de ocultarlo. Siempre supe que tenía una polla de muy buen tamaño, y después de ver la de mi padre, sabía de dónde la había sacado. Mi padre se acercó a su bebida y toco mi polla sobre la ropa con su mano . Si antes no se había dado cuenta de mi erección, seguro que ahora sí. Empezó a ponerse duro y supe que era por tocarme. Eso me puso aún más duro mientras me frotaba. Hacía ruidos mientras lo masajeaba y me dijo «eso se siente muy bien». En este punto yo estaba en éxtasis.
Él buscó el agua caliente y me pasó la esponja. En ese momento me di cuenta de que tenía que lavarlo. Estaba temblando con la idea de volver a ver su pene. Le pregunté «¿por dónde empiezo?» y me dijo «empieza por arriba y ve bajando». Todavía no sabía si tenía que lavarle la parte central o no. Mojé la esponja y la froté sobre su duro pecho. Estaba muy excitado y era evidente. Mientras le lavaba los brazos, podía ver cómo palpitaba su polla. Me puse más nervioso y más excitado a medida que avanzaba hacia su barriga. Justo cuando estaba a punto de saltar a sus piernas, dijo algo que me sorprendió. Mi padre dijo «tendrás que quitarme los bóxers porque no puedo hacerlo». Las palabras fueron como magia para mí y con gusto hice lo que me dijo.
Le bajé los bóxers y estaba duro como una piedra y tenía unos grandes huevos que quería en mi boca. Estaba mirando su pene perfecto y era obvio. Papá dijo «¿alguna vez jugaste con tu pene Mati?» Le dije «a veces, pero el mío no es como el tuyo, no tengo la piel extra». Me dijo que el suyo era como el mío cuando tiras de la piel hacia atrás. Le dije «¿en serio?». Me dijo «tira de la piel hacia atrás y lo verás». Fue el momento que había estado esperando durante los últimos años. Me acerqué y puse mi pequeña mano alrededor de su enorme polla y tiré de la piel hacia atrás hasta llegar a la base. Su polla era enorme y estaba llena de pre-semen. Me dijo «ves que es igual que la tuya». Entonces puso su mano izquierda en la parte posterior de mi cabeza y empujaba ligeramente mi cabeza hacia su polla palpitante.
Solté su prepucio y volví a jugar con él. Me di cuenta de que estaba disfrutando mucho. Su mano seguía acercando mi cabeza a su pene y yo no intentaba detenerlo. Era evidente que quería que se la chupara y yo lo deseaba con todas mis fuerzas. Tomó mi mano y masturbo mas rápido su miembro con ella. Entonces, justo cuando pensé que iba a explotar, mi boca estaba finalmente a un centímetro de la polla sin cortar de mi padre. El intenso olor de la entrepierna de papá me puso en el cielo. Sentí que la mano de mi padre dejaba mi cabeza y subía por mi pierna. Tenía mis pelotas en su enorme mano. Jugo con ellas y casi me desmayo del placer. Abrí la boca y lamí un poco de pre-semen de su herramienta. Tenía un sabor salado y un poco agrio que me gustaba. Me bajó los calzoncillos y me cogió la polla con la mano. Este fue el momento más caliente de mi vida.
Rodeé su polla con mi boca y disfruté de su sabor salado. Se sentí en la cama y me dijo que me sentara en el piso para chupársela y, una vez allí, guio con tu gran mano el movimiento de mi cabeza mientras se la chupaba. Sus gemidos eran tan calientes, sus palabras me animaban a seguir con más animo. Me tragué su polla todo lo que pude. Le chupé sus enormes pelotas de una en una. Metí su polla en mi boca y me la metí hasta la base. Podía sentir las venas de su verga y era increíble. Me empecé a masturbar a mi mismo con mi otra mano. La excitación me debilitó y no pude aguantar más. Me corrí con una gran carga que mancho la alfombra. Me corrí más que nunca. Me masturbé y chupé el pene de mi padre hasta que sucedió: su enorme polla se corrió con una explosión de espeso semen blanco que claramente me tragué hasta la última gota. Me tumbé sobre él durante un rato con su gran y suave polla junto a mi boca y sus pelotas en mi mano. Era mi sueño hecho realidad y el comienzo de un verano que nunca olvidaría.
FIN.
Publicado originalmente en Sexosintabues30.com
Autor: Lucy Faraday
Comentarios
Publicar un comentario
Exclusivo para mayores de 18 años.
No se admiten:
- Enlaces a páginas personales de redes sociales.
- Intercambios de números de teléfonos y/o correos electrónicos
- Anuncios personales de ofrecimientos sexuales y/o otro tipo de interrelaciones sociales.