Cuarentena con mi hijo adolescente



Un padre y su hijo cachondos en plena cuarentena..

Me llamo Mario, soy un hombre de 35 años, muchos dicen que soy bien parecido, aunque no me lo creo. Usualmente practico ejercicio así que tengo buen físico, brazos y piernas firmes, una ligera capa de vello en el pecho que baja hasta mi abdomen se une con los pelos de mi pubis. De verga no puedo quejarme ya que cuento con una buena herramienta.

Cuando inicio la pandemia mi hijo Álex de 15 años quedó atrapado conmigo. Usualmente vivía con su madre y lo veía fines de semana y vacaciones, pero ella había estado enferma y después de hablarlo acordamos que se quedaría conmigo. Sus clases eran en línea así que no hubo problema para él, acepto gustoso quedarse conmigo, recogí su computadora y algunas cosas que me había pedido traer, tenía una habitación de sobra y lo acomodé ahí para darle privacidad, aunque algunas noches se escabullía y se quedaba a dormir en mi cama. Aunque siempre hemos sido unidos para mí era otra historia, siempre he sido muy caliente, generalmente me masturbo o invito a una que otra amiga o amigo a pasarla rico y disfrutar de mi verga, pero con mi hijo en casa solo podía conformarme con masturbarme por las noches.

Los días pasaban y mis ganas de coger aumentaban, todo el día me la pasaba cachondo. Por las noches miraba porno y me la jalaba hasta venirme, me gustaba tragarme mi propio semen, olerlo y disfrutar su sabor.

Cierta tarde, me encontraba durmiendo una siesta y al despertar me encontré con mi verga fuera del boxer, bien erecta. Aproveché para tomar mi miembro y sentir su dureza, apretarlo y ver como se me remarcaban las venas. Deseaba sentir una lengua acariciando mi glande, cerré los ojos y dejé escapar un leve gemido. Recordé que mi hijo se encontraba en casa y eso me regreso a la realidad, cuando abrí los ojos y me di cuenta que la puerta de la habitación se encontraba entreabierta, no recordaba haberla dejado así. Imaginaba a mi hijo acercándose con curiosidad, con cuidado, espiándome con morbo y descubrí que esos pensamientos me excitaban. Sabía que era algo prohibido, pero en ese momento no me importó solo quería correrme.

Aunque trataba de sacar esos pensamientos de mi cabeza, luego volvían con fuerza provocándome erecciones y haciéndome fantasear. No creí que mi hijo fuera capaz de espiarme ni si quiera de sentir esa atracción por mí. Aunque muy en el fondo la idea me excitaba, pero seguramente era por mi falta de sexo.

Todas las mañanas mi hijo se sentaba a tomar sus clases, pero cuando tomaba su clase de educación física terminaba sudado por lo que iba a bañarse. No pude evitar pensar que mi chico estaba creciendo, ciertamente había visto como sus piernas se estaban llenando de pelos y seguramente también le estaría apareciendo vello púbico.

Esa mañana, después de preparar el desayuno llame a mi hijo, pero este tardaba en venir. La puerta del baño estaba entre abierta así que con cuidado me asomé y lo que vi me sorprendió. Allí de pie se encontraba Alex oliendo uno de mis calzoncillos (trusa) usados mientras se jalaba la verga. Me quede inmóvil y trate de no hacer ruido mientras veía al chico masturbándose con los ojos cerrados. Aspiraba el olor de mi ropa interior usada con fuerza mientras su mano subía y bajaba por su pene, el cual tenia una ligera mata de vellos. La escena comenzó a calentarme y acariciaba mi verga que ya estaba dura y deseando salir de mi pantalón. Mi hijo comenzó a gemir, trataba de no hacer ruido y por los movimientos de su cuerpo y sus gemidos era obvio que se estaba corriendo en su mano. Me alejé en silencio y me senté en el comedor pensando en la situación, desde cuando mi hijo lo hacía y porque tenía esa fijación con mi ropa interior. Lejos de desagradarme la idea despertó mi morbo y curiosidad por lo que decidí poner más atención al asunto. Noté que alguna de mi ropa interior había desaparecido, seguramente si la buscaba entre las cosas de Alex terminaría apareciendo. Poco a poco me fui dando cuenta que mi hijo vivía tan caliente como yo, a veces lo sorprendía mirándome el bulto, pero yo no decía nada, supongo que él pensaba que yo no me daba cuenta.

Cierto día, note diferente a mi chamaco, después de su clase de deportes, desayuno conmigo, pero esta vez solo vestía ropa interior con el pretexto de que hacía mucho calor. Su boxer azul le quedaba muy ajustado, resaltando sus nalguitas paradas. Su cuerpo blanco, el cual comenzaba a verse poblado por vellos en el abdomen, las axilas y las piernas. Reconozco que no pude evitar sentir como mi miembro crecía al ver a mi hijo así, tan sexy y desinhibido, como si quisiera demostrarme que ya no era un niño.

Durante ese día pasaron varios sucesos que me dejaron caliente, cuando fui a echar un vistazo a ver que hacía Alex pude ver que mi hijo se acariciaba la entrepierna mientras tomaba su clase. Se encontraba erecto y caliente, pues su mano subía y bajaba lentamente. Cuando se dio cuenta que lo miraba desde la puerta saco su mano del boxer y solo me sonrió como si nada.

Esa misma tarde, al despertar de mi siesta pude ver a Alex en la sala, desnudo y recostado en el sillón con las piernas abiertas y mientras se masturbaba se metía sus pequeños dedos, gimiendo levemente. Era una imagen excitante, su cuerpo sudado, su carita con los ojos cerrados y la boca abierta, gimiendo, disfrutando de aquella paja mientras sus dedos exploraban su culito.

Mi hijo no podía verme ya que me encontraba detrás. No pude evitar sacarme la verga y unirme a la paja de mi hijo. De nuevo vi como todo su cuerpo se tensaba, esta vez pude ver como tomaba su pene por la base y dejaba escapar uno, dos, tres chorros de esperma caliente que fueron a parar a su abdomen, estos escurrían y bajaban hacia su pelvis, mientras mi chico gemía sin importarle que su padre pudiera escucharlo. Con una de sus manos recogió su semen con cuidado y lo llevó a su boca, lamiendo sus dedos y recogiendo los rastros de leche.

– Igual que su padre – pensé. 

Con cuidado guarde mi miembro y regrese a mi habitación mientras apretaba mi verga dura, gorda y peluda por encima de mi trusa. Escuche pasos en el pasillo y después la puerta del baño cerrándose. Estaba tomando una ducha. Aproveché para masturbarme recordando lo que había visto. La imagen de mi hijo ahí en la sala, su cuerpo sudoroso mientras jugaba con su hombría, aquella visión de verlo degustar su propio semen me ponía caliente. Deje de sentir culpa y me deje llevar por el placer hasta que me vine de manera abundante.

Mientras saboreaba mi esperma me preguntaba si sería capaz de aguantar mis impulsos y mi calentura. Me encantaba esta sensación morbosa y caliente. Y estaba dispuesto a ver hasta donde llegaría todo esto.
FIN.
Autor: Chaketo
Publicado originalmente en Sexosintabues.com

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