Mi padre es camionero





Hola, soy Rafa y tengo 18 años. Acabo de volver de viaje de Italia y no podréis creer qué me ha pasado ni cómo lo he disfrutado. El viaje lo he hecho con mi padre, Raúl, que tiene los 45 años cumplidos, aunque no los aparenta. Desde largo tiempo que me fijo en el cuerpo de mi padre, en sus brazos grandes, fuertes y torneados, en sus piernas de corredor olímpico, en su culo respingón que parecen dos caparazones cuando se viste esos jeans de tipo elástico y, sobre todo, en aquello que despierta mi imaginación y deseo sexual, su enorme paquete. Además, considero que mi padre no es nada feo.Él es camionero desde hace diez años, pero cuando está en casa tiene una costumbre: ir con los slips más apretados que se puedan encontrar y, claro, mi visión se desvía al enrome bulto que me trajo al mundo. Desde que me fijo en el atractivo de mi padre, sueño y fantaseo con que él viene a mi cuarto en medio de la noche y me folla hasta desmayarme de placer. Para las pajas, robo del cesto de la ropa sucia sus calzoncillos usados, y cuando está en el sofá, siempre me acerco a él con cualquier pretexto y me acurruco en su regazo, cerca de su poderosa polla.

Pero este viaje ha sido un hito. Yo consumo mucha pornografía, y más concretamente sobre incesto (hermanos, primos, padres e hijos), y una noche, sabiendo que mi viejo dormía casi desnudo debajo de mí, en su litera, saqué el móvil y comencé a tocarme. El volumen de los videos estaba muy bajo pero, por lo que fuera, mi padre despertó, de lo que no me di cuenta al estar a punto de acabar la faena. Papá se levantó y se quedó parado ante la imagen de mí pajeándome en su cabina. Pero, entonces, me di cuenta de que se había levantado y, del susto, tiré el móvil, que cayó encima del asiento del conductor. Papá lo recogió y vio el título del video con que me estaba desahogando, “Sexo con papi”, y se quedó en silencio. Pero, como al minuto, reaccionó: me devolvió el móvil y se sentó en el asiento del conductor, y quedo pensativo por cinco minutos más. Yo me puse los bóxer y cerré el navegador del teléfono móvil.

- Papá –me atreví titubeando-, ¿estás bien?
- Sí… -dijo en tono serio-. Hijo, ¿te gustaría que te poseyera?
- ¿Qué me poseyeras papá?
- Sabes a que me refiero. Si quieres que te folle.
No sabía qué decir. La evidencia era abrumadora, pero no quería joder la relación con mi padre… Me decidí por ser sincero.
- Padre, no sé porqué, ni desde cuándo... Quizá sea porque es algo prohibido, pero me excitas mucho. Mucho, mucho, mucho, papá. Tanto que robo tu ropa interior sucia para hacerme pajas mientras imagino como me penetras, que me haces tuyo, y me preñas con tu lefa.
- Vale…, has sido sincero, al menos –quedó un momento mirando al techo de la cabina-. ¿Sabes? En algunas culturas los padres inician a los hijos en el sexo, para que sepan con qué se encontrarán, y no lo ven mal porque no hay peligro de procrear entre padres e hijos.
De súbito, mi padre se levantó y se acercó a mi litera, a mí, besándome con furia y pasión.
- Hoy podríamos experimentar otras culturas, ¿no crees hijo? -dijo con una sonrisa pícara, tras aquel beso.


Entonces sucedió, como impensable pero a la vez inesperado, un nuevo mundo se abría ante mis ojos. Yo me descolgué de la litera superior y aterricé en el medio de la cabina, donde estaba mi padre, más a un lado. Sin mediar palabra, me arrodillé ante mi progenitor y comencé a sobar su enorme aparato envuelto en aquella tela tan fina y escueta, mientras él empezaba a dar señales de placer.
- Así Rafita, cuida a tu papi -auaurró. Me esmeré en enderezar aquel falo hasta un tamaño espectacular y, cuando ya se le salía del slip, se lo bajé lentamente mientras veía como su grandiosa polla se lanzaba en resorte, apuntando directamente a mí, cual víctima.
- Papá, ¿esto está bien? -planteé yo en el último momento. Me contestó sí, sólo que nadie debía saberlo nunca, por ningún medio.
-Esto es entre tú y yo, hijo mío - sentenció él.

Entonces me sonreí y agaché la cabeza para ocuparme de la verga de papá.¡Qué rico que era aquel manubrio! ¡Duro, caliente y con olor a macho, palpitante por sus numerosas venas! ¡La verga de mi padre, su secreto más escondido y ahora era todo mío!
Seguí comiéndole la polla a papá hasta que éste decidió mandarme a la litera superior, diciéndome que me pusiera con las piernas en la pared, la espalda apoyada sobre la litera y la cabeza dirigida hacia él. Cuando adopté la postura que mi padre deseaba y me ordenó, me hizo abrir la boca bruscamente y endiñó en la misma sus su enorme falo, todode golpe. Sentía que no podía respirar casi y noté grandes arcadas, así como las babas saliendo de mi boca, pero aguanté. Sobre todo al oír y ver la satisfacción de mi padre, que gemía constantemente de placer. La garganta profunda que me propinó mi padre siguió un buen rato, excitándome cada vez más y poniendo mi miembro al máximo de su capacidad eréctil. Entonces mi padre me arrancó los gayumbos (1), sacó su rabo de mi y me levantó para colocarme al revés de como estaba, esto es, a cuatro patas sobre la litera y con mi agujero y culo expuesto a su merced.

- Hijo, papá te va a abrir el ojete para metértela mejor. Esto lo vas a disfrutar.

Y así fue, cuando mi padre introdujo su lengua en mi raja me retorcía de placer, era como sucumbir ante una fuerza suprema y altísima, no me controlaba y sólo podía gemir de placer en respuesta a aquel anilingus de papá. Entonces empezó con los dedos: primero uno, con el que repasó todo mi ano y, suavemente, utilizó para abrir paso a los demás. Cuando más notaba mi agujero abierto, más me rendía al gozo y deleite. Al final me metió tres dedos de sus enormes manos y, cuando lo consideró oportuno, me dijo: Ya estas abierto nene; ahora te va a follar papi como se folla a una nena: ¿quieres ser mi nena?
Sin mediar más palabras mi padre asió mis caderas fuertemente, y colocó su ciruelo(2) sobre mi raja, empezando a empujar. Me la metió poco a poco hasta que, una vez todos sus centímetros dentro, comenzó a bombear mi culo consuavidad y, luego, bruscamente, de un modo atropellado, preso de la excitación. Yo tan sólo sentía deleite, Creí estar en el cielo del sexo.

- ¡Te vas a enterar hijo de lo que es una buena follada!
- ¡Oh papá, nunca me había sentido así! -exclamé alucinado, siento bien su rabo en mis entrañas- ¡Noto como si fuera tuyo y te perteneciera!



Mi padre incrementó la rabia de sus embestidas. No paró de meter y sacar su miembro viril de mi culo extasiado, y me hacía chillar como un animal, como una zorra... Yo me sintí también triunfante: había obtenido lo que deseaba desde hacía años. Él siguió follandome el culo durante unos buenos minutos, hasta que me hizo tumbarme boca arriba sobre la litera, Se lanzó sobre mí y, abriendo mis piernas, que coloqué sobre sus hombros, comenzó a follarme otra vez, besándome en la boca y mordisqueando mi cuello. Yo no podía más, estaba extasiado pero extenuado también y, por lo visto, papá lo notó pues me dijo que no me preocupara, que se iba a correr llenándome el agujero de su rica lefa, de la que yo nací.

Y así fue, me preñó...

Desde aquel día, aprovechamos cualquier momento para repetir y sentirnos mutuamente, tanto durante el resto del viaje como ahora. De hecho, como mi padre vive en la carretera, ahora le acompaño más en sus viajes, y no podría ser más feliz. Por el momento no necesito echarme una novia.
FIN.
Autor desconocido.
(1) Gayumbos: coloquial para calzoncillos, bóxers, slips, etc, en definitiva para ropa interior masculina.
(2) Ciruelo: coloquial para referirse al órgano sexual masculino.

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