Papá soltero



Desde que conocí a Paola siempre hice todo por ella, a pesar de sus desplantes y su falta de amor, sentía que con mi cariño y dedicación lograría que ella me amara tanto como yo. Nos casamos cuando teníamos 25 años, pero las cosas no cambiaron. Al año de casados nació nuestro hijo Daniel, mi mayor felicidad, pensé que eso nos uniría como pareja, pero no fue así. Siempre estaba de fiesta, salía con sus amigas y descuidaba a nuestro hijo. Y qué decir de a mí, muy rara vez hacíamos el amor. Una noche no llegó a dormir y entonces los pleitos se intensificaron, hasta que por fin se fue para siempre, dejándonos a Daniel y a mí solos.


Saqué fuerzas para luchar por mi hijo, para que fuera feliz y no le faltara nada. Daniel creció siendo un niño feliz, siempre estudioso y de buenas calificaciones. Cuando cumplió 12 años se metió al equipo de volleyball, fue en un partido cuando me di cuenta de lo mucho que se parecía a su madre, no por ser mi hijo, pero, siempre ha sido muy guapo, lo heredó de ella, hermoso cabello negro que contrastaba con el blanco de su piel, una sonrisa de dientes perfectos. Comenzaba a desarrollarse y cuando lo veía de espaldas aún más se parecía, hasta las nalgas había heredado, paraditas y redonditas, pero a la vez tenía rasgos míos, tenía mi color de ojos y al parecer heredó mi verga, desde muy niño cuando lo bañaba se le veía que la tendría grande.

Yo siempre fui corpulento, me mataba en el gimnasio, y tenía muy bien trabajados mis músculos, soy alto, mido 1.87, no muy moreno, pero tampoco blanco, eso sí, muy velludo y de barba completamente cerrada. Me sobraban las mujeres, pero yo nunca les hacía caso, nunca pude olvidar a Paola. Ese día viendo a Daniel jugar con su short que dejaba ver sus piernas blancas sin vellos, me hizo recordarla mucho, lo mucho que la deseaba y que la extrañaba. Cuando terminó el partido fuimos a tomar un helado, yo estaba muy serio y Daniel lo notó.





-Que pasa papá, has estado muy serio. ¿No te gustó que hayamos ganado?
-Claro que me da gusto hijo, cómo crees que no, lo que pasa que hay algunos problemas en el trabajo, pero, nada importante, no me hagas caso


Mentí para no decirle que pensaba en su mamá, que la extrañaba, él siguió tomando su helado, acercaba su boca a el, y sus labios se llenaban, se relamía los labios para quitárselo, tenía una boquita hermosa, era sexy de alguna manera, todos sus movimientos y sus expresiones me recordaban a ella.

Esa noche mientras dormía, comencé a soñar con Paola, en el sueño, ella estaba de espaldas completamente desnuda, y yo llegaba por detrás y le besaba el cuello, tocaba sus nalgas y de pronto la volteaba y comenzaba a besarla, cerraba mi ojos mientras lo hacía, pero de pronto los abría y era Daniel quien me besaba, completamente desnudo, con su verga enorme, él me la tocaba y se bajaba para comenzar a chupármela, abría sus labios y al igual que cuando lamía el helado, pasaba su lengua en mi verga, después comencé a venirme, le lanzaba mis mecos en su boquita pequeña, él los lamía y se los comía, yo estaba asustado pero muy excitado, era un sueño tan real que desperté por el orgasmo que estaba teniendo, mi calzón estaba completamente mojado y mi corazón latía muy rápido.

Había sido un sueño, pero volteé a todos lados buscándolo, porque se sintió tan real. No entendía nada, me justifique a mí mismo diciéndome que había sido porque había estado pensando en ella y en lo mucho que se parecían. Pero ese sueño me inquietó demasiado, no lo podía evitar, pensaba todo el tiempo en eso y cuando veía a mi hijo y veía sus labios recordaba como se comía mi verga y mis mecos.


A los pocos meses nos fuimos de vacaciones a la playa. Siempre le había gustado usar bikinis, porque decía que eran más cómodos, yo estaba con él en la alberca y cuando nos cansamos decidimos ir a comer algo, se salió él primero, yo estaba detrás de él. El impulso que hizo para salir, provocó que el agua le bajara un poco el bikini, sus nalgas quedaron casi a la altura de mi cara y pude ver la rajita que separaba sus nalgas redonditas. Por instinto lo tomé de la cadera para ayudarlo a salir y nos fuimos a la habitación para cambiarnos. Tuve que disimular mi erección poniéndome la toalla delante de mí.


Pensé ¿Qué me está pasando? ¿Estoy enfermo o qué? ¿Acaso soy un depravado que se excita viéndole el culo a su hijo? Necesitaba estar con una mujer para dejar de pensar tonterías.
Tiempo después intenté salir con alguien, pero no podía, nadie me interesaba, a pesar de que muchas mujeres se me insinuaban, yo inventaba pretextos.


Con los años, mi locura fue creciendo, mi hijo tenía ahora 15 años y se había puesto aún más hermoso, era una mezcla de su madre, pero con rasgos masculinos, su voz, el perfil de su cara, sus manos. Soñaba con sus labios, con sus nalgas. Estaba enamorado de mi hijo, pero ese deseo prohibido estaba reprimido, porque sabía que estaba mal, y que jamás debía dejarme llevar por la locura. Cuando podía tomaba su ropa interior usada y la ponía en mi verga, la olía y me la jalaba pensando que le metía la verga, olía sus calzones con el olor a su culito, a su sudor, a su verga.


Después de venirme en sus calzones me llegaba la culpa y me arrepentía, me juraba que jamás lo volvería a hacer, pero caía nuevamente. No podía contarle a nadie porque era algo muy fuerte, así que traté de terminar con esos pensamientos. Para despejar mi mente me metí de lleno al gimnasio. Estaba en mi mejor momento a pesar de estar por cumplir 42años. Daniel al verme tan metido en eso, se motivó y comenzó a hacer algo de gimnsasio también, sus brazos comenzaban a marcarse al igual que su abdomen y sus piernas. Sus enormes nalgas se pararon más y se tonificaron, eso no me ayudaba, llegaba a la casa y se quitaba la camisa, veía sus pectorales y su abdomen. El no se imaginaba nada, estaba con su papá, los dos hombres, no tenía por qué tener pena. Un día una amiga suya festejó sus 15 años, me pidió permiso para ir a la fiesta, lo dejé ir con la condición de que no llegara tarde.


Pasaron las 12 de la noche y no llegaba, yo le marcaba a su celular, pero no respondía, estaba desesperado, a punto de ir a buscarlo, se hicieron las 2 de la mañana y cuando estaba a punto de salir a buscarlo, escuché que llegó un carro, salí rápido pero el carro arrancó enseguida, solo estaba Daniel caminando de una manera extraña hacia la puerta. Venía completamente borracho. En cuanto me vio, se desplomó en mis brazos, lo tuve que llevar cargando a su recamara. No tenía caso regañarlo, esperaría a mañana.


Cuando lo acosté en su cama comencé a desvestirlo, le quité los zapatos y los calcetines, vi sus pies hermosos y no pude evitar olerlos, pegué sus dedos a mi nariz y me llené de su olor, se los lamí. Daniel estaba dormido, no se movía. Le fui desabrochando uno a uno los botones de su camisa, y vi su pecho tierno pero marcado, lo acaricie suavemente y toqué sus pezones, pasé mis dedos por ellos y baje suavemente mi mano por su abdomen. Desabroché su cinturón y su pantalón, y se lo quité, dejándolo solo en calzones, él se movió un poco, estirando los brazos, dejando ver una mancha de pelos en sus axilas, se estaba desarrollando, imaginé que ya tendría vello púbico y lentamente bajé su calzón solo un poco. Efectivamente tenía, eran muy delgados comparados con los míos, largos y gruesos.


Debí detenerme ahí, pero él seguía dormido. Le hablé en voz baja pero no despertó, estaba muy tomado. Decidí irme, era demasiada tentación, no quería hacer una locura, le di un beso en la frente, pero estar tan cerca de él, hizo que le diera otro beso ahora en los labios, fue solo un toque, pero ese beso fue adictivo, le di uno más y vi que no despertó, comencé a besarlo, él no me correspondía, solo dormía. Besé sus pezones y besé su abdomen, cuidaba que no despertará, ¿Qué le diría si lo hacía?, lentamente fui bajando su calzón hasta que Daniel, mi Daniel, quedó completamente desnudo, olí su ropa interior, olía a su verga y luego me acerqué para olérsela directamente, lo comprobé, heredó mi verga, aunque aún no se le terminaba de desarrollar.

Pasé mi nariz por sus huevos y por debajo de ellos, me llegó el olor de su culito. Estaba arriesgando demasiado pero ya estaba ahí y él seguía dormido, levante sus piernas y olí directamente su culo, absorbí ese olor que se metió hasta mi cerebro, era un éxtasis total, acerque mi boca y suavemente le di un lengüetazo, y luego otro y otro más. Mi verga estaba a mil, dura, erecta completamente, y yo estaba a punto de perder el control.


Me retiré, tenía que irme, ya había llegado muy lejos, cuando me levanté de la cama y estaba a punto de irme, volvía ver sus labios, tiernos, suaves, y entonces sentí como mi verga tomó el control de mi ser, estaba a punto de romperme el pantalón, la saqué y la llevé a su boca, la pasaba por sus labios inmóviles. Comencé a desnudarme, y luego, me subí sobre su cuerpo, levanté sus piernas y pegué mi verga a su culito, era todo lo que pensaba hacer, no quería ir más lejos, eso ya era más de lo que había soñado, pero estar así fue demasiado, el deseo reprimido de tanto tiempo, y tenerlo así me hizo perder el control completamente.




Ya no hubo marcha atrás, no pensé en que pasaría después, deje de ser yo, ahora en un animal, un monstruo, me escupí mí verga de 20cm y la empujé entre sus nalgas, en su culo. Empujaba con fuerza, pero no entraba. Ya no me detendría, ya no pensaba, era como un animal en celo. Empujé más fuerte cuando de pronto sentí como su culito caliente se abrió, ya le había entrado mi cabeza.
Su culo apretaba y quemaba mi verga, sentí que toqué el cielo, él no abrió los ojos, pero emitió un pujido, volví a empujar con todas mis fuerzas, y entró solo un poco más, pero yo quería clavarle toda, quería clavarle mi verga hasta adentro. El entreabrió los ojos, no podía despertar, pero cuando empujé nuevamente le metí media verga, sentí como su culito tronó, y el gritó, abrió los ojos pero no podía articular palabra, no entendía lo que le estaba pasando, yo empujaba mi verga, con fuerza, cada vez su culito se abría más para mí, poco a poco le iba clavando centímetro a centímetro, a un ritmo cada vez mayor, lo único que deseaba era metérsela hasta el fondo y vaciarme en su interior. El con sus manos empujó mi pecho para quitarme de encima pero no pudo, no tenía la fuerza suficiente, además ya no había nada que hacer, ya no era yo, ni el era mi hijo. Mi verga tenía el control de mi ser y no estaba dispuesta a irse de ese culito delicioso, virgen, apretadito y mío. Al fin mi deseo, mi mayor perversión, mi mayor fantasía se estaba cumpliendo, lo embestí con fuerza y su culito virgen se abrió completamente ante mi verga, se le fue hasta el fondo, sentí como se le fue hasta el fondo, pegando en su interior. El gritó de dolor


- Ahhhhhhhhhhhhh ¡Papá! ¿Qué haces? Nooooooo, déjame por favoooooooor
-No mi bebé, déjame sentir tu culito, no sabes como lo he deseado
-Por favor papá, noooo, me dueleeeeee, ahhhhhhhhh
-Con esta verga te hice amor, la misma verga que te hizo te esta rompiendo el culo


De sus ojos salían lágrimas, y me veía con un rostro tierno suplicando que parara, yo seguía metiendo mi verga hasta el fondo, cada embestida que le daba él pujaba de dolor y apartaba mis manos que yo tenía sostenidas para que no se moviera. Sentía su culito caliente, hirviendo, apretando mi verga. Me lo estaba cogiendo delicioso, mi verga se deslizaba sin piedad dentro de su cuevita, sentía que me explotaba y no lo podía controlar, su culito cerradito cada vez se resistía menos a mí, la metía y la sacaba y veía como él apretaba sus ojitos, sabía que le estaba doliendo, pero nada importaba, nada más que esa sensación de mi piel con la suya, de mis huevos calientes rebotando en sus nalgas, mis pelos raspando su colita, y mi verga clavada en su interior.


De pronto mientras me lo seguía cogiendo, y casi sin poder hablar, su expresión comenzó a cambiar, sus lamentos se volvieron pujidos, cada que se la metía el pujaba, sentí que no puso más tensión, sus manos dejaron de apretar las mías, y su verga se comenzó a poner dura, al parecer lo estaba empezando a disfrutar, de pronto me preguntó:


- ¿Así te cogías a mi mamá? ¿Así te la cogiste cuando la embarazaste de mí?
-Sí amor, así me la cogí
- Qué rico papá, ¿te la cogías todos los días?
-No hijo, tu mamá casi no se dejaba
- ¿Y quien tiene el culo más rico, yo o mi mamá?
-Tú mi amor, tú lo tienes mil veces más rico, perdóname por hacerte esto, pero te deseo hijo, sé que soy tu padre, pero ya no lo pude evitar, me vuelves loco, me vuelves loco desde hace mucho
- ¿Te gusta mi culo papá?
- Me encanta cabrón
- Sabes papá, a mí también me gusta tu verga, no pensé que coger se sentiría tan rico. Quiero que me cojas muchas veces, quiero ser tuyo así, sentir tu verga como ahorita
- ¿De verdad hijo?
-Sí papá, yo no quiero que te cases nunca con otra mujer, yo quiero que tú y yo estemos juntos siempre, yo me dejo coger las veces que quieras, todos los días, si quieres me duermo en tu cuarto para que me cojas cuando tú quieras
-Lo dices porque estás borracho hijo
-No papá, se siente bien rico, y yo quiero que me cojas siempre


No podía creerlo, mi hijo me estaba pidiendo que me lo cogiera siempre. Su culito estaba completamente dilatado, la verga le entraba y le salía a mi antojo, cada que se la metía el pujaba, pero se veía que de verdad lo disfrutaba. Me acerqué a su boca y comencé a besarlo apasionadamente, él me correspondió, se dejaba meter mi lengua y abría su boquita para recibir mis besos. Cada vez le daba con más fuerza, empujaba mi verga hasta su interior.


El apretaba sus ojos y pujaba, yo sabía que lo podía lastimar, pero no me detuve, su culito apretado era lo mejor del mundo, me podía quedar así para siempre. Le estaba dando verga a mi propio hijo cuando de pronto comencé a sentir como mi verga se llenaba de un intenso hormigueo, mi piel se erizaba y mis huevos se contraían. Estaba a punto de venirme, lo besé con fuerza y él pujaba de dolor y de placer, agarraba mi cabeza y apretaba mis cabellos, pero aguantaba, aguantaba verga como todo un machito, vi como su verga estaba a punto de explotar, de verdad también lo estaba disfrutando, la tomé con mi mano y comencé a jalársela, al tiempo que embestía hasta lo más profundo de su culito, de pronto no aguanté más y me vine en su interior, llenándolo de leche. Él se comenzó a venir a chorros también, salían disparados en su abdomen, se retorcía de placer mientras yo le llenaba el culito de mecos, de los mismos mecos con los que un día lo hice.


Cuando vacíe hasta la última gota reaccioné, volví a ser yo, lo vi abierto de piernas para mí, con el culo palpitante y la respiración agitada, aun con mi verga adentro. Se la saqué lentamente y vi cómo le salieron mis mecos. El sin fuerza desplomado sobre la cama y mi verga aún algo erecta señal del delito cometido, solo me dijo.


- Ven papá, abrázame


Me acosté a su lado, y lo recargué en mi pecho peludo, igual que cuando su madre se llegó a dormir junto a mí y así se quedó dormido entre mis brazos. Yo solo pensaba en lo que acababa de hacer y en lo que pasaría al día siguiente cuando mi hijo reaccionara a lo que había pasado.
Por la mañana despertamos abrazados, pensé que había sido un sueño, se le había bajado la borrachera.


- Hijo, ¿Recuerdas lo que pasó anoche?
- Claro que lo recuerdo papá, lo recuerdo todo
-Hijo, lo siento, perdóname

Él se acercó a mí y me dio un beso en la boca, diciéndome:

-Te amo papá, tú eres mío y yo soy tuyo, desde esta noche y para siempre.

FIN.
Autor desconocido.
Publicado originalmente en Relatoseróticosgay.blogspot.com


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