J y J


Hola mi nombre es Julio tengo 34 años y mi hijo Juan recién cumplió los 16 años. Yo soy de un pueblo de Granada, España, uno más de tantos pueblos de por aquí donde no hay mucho qué hacer. Siempre pensé que jamás encontraría un lugar o menos una persona para contar lo que me está pasando con mi hijo ya que no es fácil para nadie asumirlo. Es comerse mucho la cabeza a ratos, y a la vez olvidarse de lo que pasa y cuando pasa... dejar que pase... Mi ex novia y yo estamos separados. Tuvimos a nuestro hijo muy jóvenes y por causas de la vida nos separamos. Ella se mudó a un pueblo de la costa y rechizo su vida, pero yo me quedé aquí. Cada semana nos turnamos para tener al crío, pero viendo esta página, y leyendo lo que he leído, me he decidido a contar mi historia, que quien la crea o no, no es de mi incumbencia, pues yo sé que es real y seguro a más gente le pasará con sus hijos o hermanos o primos, etcétera. Vamos, que es seguro que hay más gente el mundo teniendo experiencias muy similares.

Yo quiero a mi hijo mas que mi vida y nunca me han gustado los chicos ni muchos menos, pero mi historia empezó hace ya un tiempo no sé, seis o siete meses más o menos. Yo vivo con mis padres. Nunca pude independizarme. Aquí no hay muchas oopciones y el campo no da para mucho más. Cuando me toca el niño él duerme conmigo en mi cama, pues en nuestra casa ya aparte de nosotros y de mis padres vive mi hermano menor de 25 años. La verdad, si soy sincero, llevo sin catar hembra un año y sólo fue una noche loca, y a causa de eso, recordándolo, me empecé a masturbar muy a menudo, como cuando era un crío, y donde me pillaran las ganas, en el baño, cuando estaba solo en casa... A veces deseaba que llegara la semana en que no cuidaba a mi hijo para entrar en el ordenador de mi cuarto por las noches y masturbarme.

Todo comenzó cuando en una de esas noches mi hijo estaba durmiendo en mi cama y yo empecé a pajearme. No lo pude evitar muy a pesar de tener al niño a mi lado. Me la pelaba de manera muy floja para no despertarle, ni que él se diera cuenta de lo que estaba haciendo pues para tener los 15 años que tenía entonces puedo decir que es muy espabilao mentalmente. Pero el caso es que él se despertó, y yo estaba con los calzoncillos a la altura de las rodillas, y al subirlos, que fue fallo mio pues debí esperar a que se durmiera otra vez, él se dio cuenta y me pregunto:

-Papa ¿qué haces con los calzoncillos bajaos?

-Nada hijo, sigue durmiendo…

-¿Te estas tocando la pilila?

Esas palabras me dejaron un poco sin saber qué decir y fui sincero y le dije que si, lo estaba haciendo pero que eso era algo que de mayor él podía entender porque probablemente él mismo también se masturbabaría alguna vez, y que no le dijera nada a nadie, ni a los abuelos, ni a su tío, ni a su madre ni a nadie. Pareció comprender y se dio la vuelta y de nuevo durmió.  Eso me dio confianza a seguir masturbándome más noches sabiendo que mi hijo ya estaba muy al corriente de lo que yo hacía.

Pero en una de esas noches él me dijo que si lo enseñaba a cómo tocarse el nabo y le dije que eso no estaba bien, pues eso quizá tendría que averiguarlo por si mismo, que yo era su padre y que esas cosas las enseñan en clases de educación sexual...  Mis palabras salieron de mi boca carentes te sentido y me sentí muy culpable pensando en mi mismo con 14 años: yo a su edad me la cascaba como un mono. Siendo así, le diría cuatro cosas para zanjar el asunto. Entonces él me dijo que si al menos podría hacérmelo él a mi. Dudé unos momentos pues era mi hijo caray y mi mente no encajó bien lo que me pedía. ¡Un hijo masturbando a su propio padre! ¡Mi propio hijo pajeandome y un millón de cosas más!  Pero acepté, supongo que porqué en realidad me ardía la sangre en las venas y la calentura mi nubló los pensamientos. No sé cómo fui capaz de pedirle que no le dijera nada a nadie, si no no volvería a quedarse más conmigo y la verdad yo sé que él prefiere estar conmigo a estar con su madre.

Comenzó a tocarme la polla,  aún dura como el hierro,  y le dije cómo tenía que hacerlo... Poco tiempo tardé en correrme pues el contacto de su mano con mi polla me puso a mil,  y pronto le dije que ahora me iba a correr... Y así lo hice,  me corrí en las sábanas y fue un poco incomodo pues sentía todo mi semen en la cama... y sobre mi vientre pues mi hijo tocaba mi corrida y como si fuera crema la extendía por mi vientre y mi pecho... Aquel juego parecía divertirle. Luego él se ponía bocaarriba, acostado, y se masturbaba a su vez hasta acabar todo manchado de su propia leche.  Así pasaron muchas noches y algunas, no todas, mi hijo me hacía la paja cuando se le antojaba a él, o a mi, pero llegó la gran noche que aún recuerdo perfectamente... Esa noche yo estaba más caliente de lo normal y cuando mi hijo me estaba masturbando le dije que si no quería probar a chupármela un poco... Ya la confianza a ese nivel era tan normal que apenás me costó trabajo pedírselo. Él dudó un poco y me dijo:  ¿Pero no sabrá mal? Le dije que probara y lo sabría. Él se agachó y empezó a pasar la lengua poco a poco, primero pero el tronco de mi verga hasta chuparme la cabeza, como si fuera un chupa-chups. Aquello fue muy fuerte, una pasada. Y casí me desmayó del placer.  Lo frené y le dije que qué le parecía y me contestó que no estaba mál, que le gustaba mi verga, y esas palabras me dieron por dentro una emoción como si me hubiera tocado la lotería.

Volvió a chuparme y se metió dentro de su boca todo mi capullo y un poquito más y le indiqué  que hiciera con su boca cómo me hacía con la mano, es decir, comerme el rabo como si me pajeara. Y así empezó a comerme la polla mi hijo. Yo sólo cerré los ojos y me dejé llevar.  Pensaba en mujeres y no quería pensar en que era él quien me lo estaba haciendo... Sin embargo, lo sentía bien, era mi propio hijo dándome placer. La verdad que me hacia un poco de daño con sus dientes pero me daba igual porque al final nadie nace enseñado y su falta de experiencia auemntaba aún más si cabe mi calentura. Le volví a frenar y le supliqué que no dijera nada a nadie y me prometió que así lo haría . Y entonces ya ni siquiera la calentura me cegó y le empecé a decir cosas como que lo hacía muy bien y que a papá le gustaba mucho lo que le estás haciedo, el ruido que hacía con su boca era muy fuerte, como de sorbidos, y cargaba la habitación de un erotismo espectacular. A veces cuando paraba bajaba mi mano a mi polla y yo la tocaba parecía que la había metido en una vaso de agua: estaba toda mojada de sus babas... Y luego yo le agarraba de la cabeza y le guiaba hasta hasta mi sexo implorando, y él volvía a chuparme... Al rato me dijo que ya estaba cansando y yo le dije que ya estaba bien. Terminé masturbándome, con mi polla empapada de sus babas y me corrí. Lo más alucinante fue verle a él contemplándome y masturbándose a su vez cuando yo me corrí como un loco entre ahogados gemidos.

Mi hijo siguió comiendome la polla muchas noches pero yo tengo interés en contar la vez que nos fuimos a la boda de mi prima. Casi al terminar mis padres y demás familia aún seguían tomando copas y bailando. Juan ya estaba cansado y le dije a mis padres que yo volvía ya para la casa con él. Al llegar recuerdo que yo estaba un poco bebido y me acosté con mi hijo, le cogí de su cabeza y le empujaba hacia abajo y él con los días ya entendía que ese gesto era para que me la chupara. Esa noche entre las copas de mas que llevaba, mi calentura era aún mas grande y mi hijo me empezó a chupar la polla y al estar los dos solos en casa yo gemía como loco y meneaba mis caderas. Necesitaba quitarme la calentura. Estaba tan ido por la locura que me corrí en su boca, mi leche chorreando por las comisuras de sus labios y ahullando de placer.

De repente mis padres llegaron y el paró y se asustó se subió arriba de la cama, en voz baja le dije que no se darían cuenta pues no entrarían a nuestro cuarto. Aguardé un tiempo inmóbil y no pasó nada...Mis padres se retiraron a sus dormitorios... Entonces me encontré acariciando su sexo, su verga inhiesta que palpitaba entre mis manos  y le dije que esta vez yo le chuparía yo a él. Lo coloqué sentando sobre mi pecho, incliné mi cabeza y empecé a lamer la polla de mi hijo. Tengo que decir que aquella fue la primera polla que me he comido en mi vida, hasta ahora. Él solo respiraba muy fuerte y yo le succionaba como si fuera una aspiradora,  él hincándome sus manos fuertemente en mi costados.

-¡Me corro papá! -susurró-¡Qué pasada!

Sentí perfectamente su sexo dando espasmo y un chorro de líquido caliente me inundó la boca. Si, leche de mi propio hijo. La cosa acabó cuando después de correrse ,él me la volvió a chupar a mi como un loco hasta que yo también me corrí en su boca, vaciando del todo mis cojones. Cuando acabé él se quedó con mi polla en la boca y siguió chupando un rato más.  Tenía ganas de gemir a voces del gusto, pero no podía, y me limite a dar espasmos de placer.

Sé que esta mal lo que hago pero ahora mi hijo puede comérmela cuéndo quiera y cómo quiera y yo se lo permitiré hasta que él quiera.




FIN.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Editado por Watchingyou.

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