Paja a mi sobrino. Breve relato.
...Mientras dormía.
Estaba pasando unos días en casa de su tios, tenía que renovar unos documentos y era la único lugar en la ciudad donde quedarse. La convivencia le había resultado fácil y ya hasta la estaba pasando bien, sobretodo con su sobrino de quince años, Marcos, que era un chico hiperactivo, divertido y además muy guapo.
A Daniel le costaba admitirlo, pero le gustaba mucho aquel muchacho. Estaba mal y lo sabía, no solo era familia, sino que era un menor, pero joder, como resistirse a esas piernas velludas de futbolista y esos bultos que se le marcaban en los shorts. Observar al jóven era un espectaculo, y él no podía negarse a disfrutarlo.
Por eso una noche, cuando todos ya estaban dormidos, Daniel hizo algo que incluso a él le sorprendió, y es que, completamente preso del deseo y el morbo, aprovecho la inconciencia del chico durmiente para tocarlo.
Marcos no llevaba más que un boxer cubriendo su cuerpo adolescente, plagado de pelo y sudor por el calor del verano. Daniel se le acercó y antes de atacar se dedicó a mirarle detenidamente, apreciando con placer los pezones rosados, los brazos definidos, el abdomen tonificado sin nada de grasa y por supuesto, la traviesa colina que se formaba en la ropa interior.
Se recargó en la cama y con la suficiente cercanía le olfateó el boxer, que olía a meados y sémen. Subiendo por el torso acarició los vellos de la panza y luego jugó con los que habían crecido en la areolas de las tetillas. Algo más atrevido, besó una de ellas, fue rápido pero la textura áspera fue increíble.
Redirigiendo su atención hacia los costados, urgó la nariz por el sobaco del chico, respirandole el típico aroma agrio de la traspiración que llevaban los muchachos de su edad. De nuevo, con más atrevimiento, sacó la lengua y con saliva le peinó los vellos de la axila. Habían sido más suaves de lo que creyó que serían, pero le encantaron.
Ahora, siguiendo el plan original que se montó cuando se puso cachondo a mitad de la noche, bajó de nuevo por el cuerpo hasta la ropa interior, donde tomó el elástico y lo deslizó por los muslos hasta liberarle el miembro.
Daniel abrió los ojos como platos, hallandose con un manjar aún más apetecible de lo que había imaginado. Marcos en sus partes íntimas, así como en el resto del cuerpo, no se había rasurado ni un solo pelo, amontonando una mata de vellos tersos alrededor de su polla que incluso dormida parecía gorda, acompañada también con unas buenas bolas colgantes por debajo.
Inconcientemente se relamió los labios y entonces agarró el miembro flácido y suavecito del jóven y comenzó a masajearlo de arriba hacia abajo, lento y con movmientos circulares con el pulgar en la punta. Poco a poco se puso morcillona y al compás de los leves jadeos que soltaba Marcos las venas del tronco se le hincharon llenandose de sangre. Ahora el pene miraba fijo al techo, y en su estado más sólido conseguía por lo menos unos jugosos diecisiete centimetros de verga.
A Daniel ahora se le ocurrían mejores cosas para hacerle a ese trozo de carne en vez de pajearle, pero por temor a despertarle prefirió seguir masturbando, que de todas formas era algo que le enloquecía a más no poder. Eso sí, no se cohibió para aumentar la velocidad de su mano y ahora, junto a la saliva que dejaba caer sobre la polla, le estaba dando una paja maestra al adolescente, que aún así permanecía en un profundo sueño.
Un par de minutos después, las pelotas de Marcos comenzaron a sufrir de espasmos y su mástil empezaba a dar respingos que soltaban más y más presémen del glande. Claramente estaba a punto de correrse, y para acabar aquella situación tan exitante Daniel pensó en una excelente cereza sobre el pastel, y era su boca sobre la punta. Fueron solo unos segundos, mientras el muchacho eyaculaba, pero fue suficiente para hacerlo correrse a él también, porque lo carnoso de su cabeza rojiza y el sabor salado de la lefa lo habían hecho entrar en otro mundo.
Rapidamente se alejó, justo cuando, después de la calentura, llegó el arrepentimiento. Pero Marcos permaneció ajeno a lo que sucedía en sus genitales y en cambio sonreía levemente, probablemente por un sueño lindo.
FIN.
Autor: K4RL_12
Publicado en Sexosintabues3.0
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