Vacaciones con mi padre (Relato exprés)



Tengo 29 años, soy de Málaga y aunque soy gay, de momento no he salido del armario con mi familia. Hace dos años, la noche previa a Nochebuena, me visitó mi padre a casa para ver si necesitaba ayuda con los regalos y todo lo que conlleva celebrar la navidad, ya que me iba a encargar yo de la cena y vendrían mis padres y hermanos. Yo me encontraba en mi piso ultimando los detalles, cuando suena mi móvil. Era mi padre, que venía a dejar algunas cosas para la cena del día siguiente.

Mi padre llegó y me saludó de lo más normal, con un beso y para luego preguntarme en que me podía ayudar. Yo le sugerí que abriera una botella de vino y que cortara un poco de queso Manchego. Fui a sacar un par de copas de vino y descorché la botella. Charlamos durante un buen rato hasta que nos la terminamos. Mi padre me preguntó si tenía más vino y fue cuando saqué el reserva que tenia guardado para ocasiones especiales. Después de casi terminamos la segunda botella, me percaté que mi padre ya no reaccionaba bien y le dije que lo mejor sería que se quedara a dormir aquí, ya que conducir así era muy peligroso. Después de convencerlo llamé a mi hermano y le conté que papá se quedaría a dormir y que no se preocupara.

He de confesar, que con tanto alcohol en el cuerpo, yo tenía que cancelar mi cita con un amigo que había quedado para dar una vuelta. Llevé a mi padre al dormitorio mientras que él solo me decía que me quería mucho y que era un buen hijo.

– Sí papá, sí papá, yo también te quiero.

Después de unos cuantos alegatos, optó por hacerme caso y se propuso quitarse la ropa, pero estaba tan borracho que no logró ni quitarse el botón de los pantalones.

– Papá, dejamé, yo te ayudo.


Logré quitarle la camisa, y la verdad, era la primera vez que veía a mi padre con otros ojos. Ese pecho moreno con pelitos que eran los justos y necesarios para un macho como él. Después venía el pantalón; logré quitarle el cinturón, bajar la cremallera y de dos tirones, se lo quité. Desde ese momento decidí que mi padre sería mío. Ahora mi pregunta era ¿cómo conseguiría eso?

Logré acostarlo cómodamente en la cama y me quedé sentado a su lado. Pacientemente esperé hasta que se durmiera; ya era tarde para dar marcha atrás. Me quité la ropa, me acosté a su lado y lo abracé de tal forma que pareciera un abrazo entre padre e hijo, pero al darme cuenta que no reaccionaba, mi mano se fue directo a su polla, mientras besaba uno de sus pechos y lo masturbaba.

A los pocos segundos esa polla que estaba totalmente flácida, empezó a cobrar vida. Yo no me lo podía creer, era el cuerpo de mi padre el que estaba junto al mío. Tiré toda la ropa de la cama, bajé su slip y no podía dar crédito lo que tenía frente de mis ojos: la polla más perfecta que había visto en mi vida. No lo pensé mas y llevé a cabo todos mis deseos. Comencé a mamarle hasta lograr que estuviera lo más duro posible. Reconozco que igual al principio costó, tal vez por el estado de ebriedad de mi padre o por su edad, pero después de una buena mamada, todo tiene que subir.

Mi padre por su parte, de vez en cuando solo se retorcía por el placer que le daba su hijo. Yo por mi parte, tenía claro que nunca le haría correrse, era una misión imposible. Resignado, no me quedó otra opción que masturbarme hasta lograr sacar la calentura de mi cuerpo, pero quise hacer un último intento, puse un poco de lubricante en la polla de mi padre y sin dudarlo me senté en él. La entrada fue difícil, no tenía miedo a que se despertara, aunque sabía que eso era muy difícil de que ocurriera, así que guiando con una mano su pene hacia mi culo, mientras que con la otra comenzaba a tocar mi polla, dándole la espalda a mi padre.

Poco a poco fui cabalgando, en un movimiento que poco a poco fue tomando velocidad y que me arrancó muchos gemidos en silencio que aún hoy recuerdo. No sé cuánto tiempo lo follé, pero para mí, hasta el día de hoy, fue la mejor follada de mi vida, y cada vez que me pajeo, lo hago pensando que estoy sentado en la polla de mi padre.

El nunca supo nada, o eso creo.
Fin
AUTOR DESCONOCIDO


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