A mis 46, en plena armonía

 


Cuando me separé tenía 29 años, estuve un tiempo desubicado, nunca me había encontrado solo, tardé un tiempo, pero un día conocí a una mujer de la que me enamoré.

Al cabo de un tiempo, nos casamos y empecé una nueva vida junto a ella y su hijo, un niño de cuatro años, al que pronto tomé cariño y desde entonces fue como mi propio hijo. La vida con mi mujer en todo este tiempo ha sido verdaderamente estupenda, tanto en el plano afectivo como en lo sexual; a los dos nos gusta probar de todo y lo hacemos con verdadero placer.

Al día de hoy, me encuentro a mis 46 años en plena armonía, soy feliz, tengo una hermosa mujer y un hijo, que ya ha comenzado sus estudios en la Universidad, era muy inteligente siempre sacó buenas notas aunque físicamente parecía mucho más joven de lo que realmente era. No le gustaba para nada su aspecto físico, a esa edad nos gusta parecer hombres y él, sin embargo, parecía más niño de su edad, medía 1 65, pesaba unos 55 Kg., era de tez muy blanca, sin asomo de barba ni pelos por ningún lado y todo esto a él le atormentaba.

Este verano, en el mes de julio tomamos las vacaciones al mismo tiempo, hacía varios años que lo intentábamos y decidimos irnos al Caribe, a una playa de esas maravillosas que anuncian en los folletos turísticos. Lo estuvimos preparando los tres, durante todo el mes de junio y cuando ya estaba todo a punto, la hermana de mi mujer nos dijo que si podíamos llevarnos a su hija, pues ella no podría salir debido a problemas de dinero (como casi todos, vamos). Nuestra sobrina, es una chica muy agradable, educada y bastante atractiva, la verdad. De todas formas teníamos que tomar dos habitaciones, así que tampoco nos causó mucho problema, aparte de pagar el viaje, claro.

Por fin llegó el día tan esperado y partimos hacia nuestro destino. Llegamos al hotel y allí tomamos la decisión de que las chicas durmieran en una habitación y los chicos en otra; tampoco era cuestión de dejar a dos jóvenes llenos de hormonas en la misma habitación. El primer día preparamos nuestros utensilios de baño y nos fuimos directamente a la playa, que maravilla, que agua, que cielo, esa arena y que mujeres, madre mía. Claro que las que venían conmigo tampoco se quedaban atrás. Mi sobrina en bikini estaba tremenda, madre mía, nunca la hubiera imaginado así, claro que mi mujer a sus 41 años estaba en su plenitud, tenía una bonita cara, pero ahora se había puesto como nunca, con un culo redondito, duro y unas tetas como nunca había visto otras y he visto unas cuantas. La verdad es que esa jornada en la playa fue muy relajante, después del viaje, el estar tumbado en esa arena, disfrutando del espectáculo de esas mujeres me volvió a cargar las pilas.

Al anochecer, nos fuimos a cenar a un restaurante y luego estuvimos en un espectáculo hasta la una de la mañana, bailando, tomando unas copas y ya nos fuimos porque estábamos que nos dormíamos, el cansancio de ese día tan ajetreado al final hizo acto de presencia. Nos fuimos cada uno a su habitación, los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. Esta era la primera vez que íbamos a dormir juntos, nosotros dos; siempre lo había hecho con su madre y él en otra habitación. Juntamos las camas, para tener más espacio, estas no eran demasiado anchas y teníamos miedo de caernos si nos movíamos mientras dormíamos. Entré a darme una ducha, y al salir mi hijo ya dormía como una marmota, yo tampoco tardé mucho en seguir su ejemplo.

Desperté al entrar luz por la ventana que estaba semicerrada, aún medio dormido empecé a desperezarme y en estas toqué con mi mano el culo de mi hijo, sentí una sensación muy agradable, pero la quité instantáneamente. Me quedé completamente aterrado, culpable, al sentir esa sensación, pero algo dentro de mí me hizo volver a dirigir mi mano hacia ese culo tan terso, casi como el de una jovencita, duro, elástico, sin ningún pelo. Empecé a deslizar mi mano por ese culo que me atraía como un imán y de pronto, mi hijo, que estaba de lado se puso boca abajo. Esto me hizo retirar mi mano precipitadamente y quedarme a la escucha, después de un tiempo oía su respiración y esto me tranquilizó, dormía plácidamente. Por tanto, proseguí lo que había comenzado, ya nada podía pararme, deseaba explorar ese cuerpo tan joven, metí mi mano por el perineo, toqué sus muslos, empecé a tener una erección monstruosa, me había puesto a mil.

Cada vez más animado, pasé a besar ese culo que tanto me atraía, le besaba, le lamía, me puse encima de él, apoyado en mis manos para que solo tocara mi pene su culo, ¡qué sensación! ¡Que maravilla! Ya no podía más, así que me levanté y fui al servicio a hacerme una paja monumental, después más tranquilo, me duché y fui a la habitación a despertar a mi hijo que aún dormía. No había forma de levantarle, me dijo que me fuera a desayunar que luego bajaría, así que llamé por teléfono a la habitación de las chicas y nos fuimos a desayunar. Cuando estábamos acabando, apareció el bello durmiente, le recibimos con un aplauso y él riendo nos dijo que nos fuéramos a tomar… Comprobé que mi hijo no se había enterado de nada de lo que le había hecho durante la noche, al ver que me trataba como siempre lo había hecho, ningún comentario, ninguna mirada, nada. Este día lo dedicamos al dolce far niente, o sea playa, tumbados al sol, baños en esas maravillosas aguas cristalinas y después de comer, mientras los chicos se quedaban en la sala de juegos del hotel, nosotros aprovechamos para subir a la habitación y por mi parte quitarme ese calentón que aún tenía.

Mi mujer estaba especialmente atractiva esa tarde, su cuerpo empezaba a tomar un color precioso destacando sus pezones que me caían encima de mi boca, mientras se subía encima de mí, así aprovechaba para succionarlos, mordisquearlos mientras tocaba su culo que tanto placer me daba, empezó a bajar hasta que me hizo una mamada espectacular, cuando ya estaba bien a punto de estallar, me situé encima de ella y la penetré de un empujón, le hice el amor como un desaforado, estaba fuera de mí, estaba con ella, pero en mi mente tenía al poseedor de ese culo que tanto me había excitado esa mañana. Fue un polvo salvaje, me corrí dentro de ella y terminé exhausto. Ese día no estaba para florituras, solo quería quitarme el enorme calentón que tenía. Mi mujer, extrañada, pensaba que era el hecho de no estar juntos lo que me hacía desearla de esa manera tan ardiente, tan salvaje. Terminó tan agotada como yo.

Bajamos a encontrarnos con los chicos y nos fuimos a dar una vuelta por los sitios de recreo que teníamos, cenamos, volvimos a ir a una discoteca a tomar unas copas y bailar hasta, esta noche, las cuatro de la madrugada. Nos fuimos al hotel, nos despedimos a la puerta de las habitaciones y de nuevo, los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. Mi hijo me dijo que estaba muerto de cansancio, así que se metió en la cama directamente después de desnudarse, yo fui a darme una ducha y al terminar me acosté a mi vez. Pero esta vez no tenía ninguna intención de dormirme, estaba dispuesto a seguir disfrutando de ese cuerpo aprovechando que estaba completamente dormido. Escuché su respiración y esta me dijo que efectivamente dormía. Mi hijo estaba acostado de lado, dándome la espalda, pegué mi cuerpo al suyo, pasé mi brazo por debajo de su cuello y mientras le sujetaba por el vientre, puse mi verga completamente pegada a su culo. ¡Qué sensación! Inmediatamente tuve una erección enorme, no podía creerme lo que estaba haciendo, pero lo único que me importaba ahora era disfrutar del cuerpo de mi hijo.

Cada vez me envalentonaba más, situé mi verga entre la raja de su culo y con mi mano agarré su verga. Sorprendido, vi que él también tenía una gran erección y que desprendía gotas pre seminales. Aquello me desconcertó, de pronto mi hijo se dio la vuelta y quedó frente a mí, su cara pegada a la mía, su verga tocando la mía, parecían dos espadas dispuestas a mantener un duelo. Me quedé paralizado y de pronto, me besó. Repuesto de mi sorpresa, correspondí a su beso y entonces empezamos a besarnos como dos amantes, tuve que enseñarle realmente, a besar como es debido. Estábamos completamente entrelazados, su boca en la mía, pecho contra pecho, verga contra verga y con la mano libre, cada uno agarraba y empujaba el culo del otro. No hablábamos, no decíamos nada, no hacía falta. Éramos dos amantes que nos deseábamos, queríamos follar, solo eso nos importaba. 

Empecé a besarle el pecho, sus pezones, bajé a su verga y la lamía, lamía sus piernas, mordisqueaba sus pezones, besaba su cuello y cuando empecé a morderle el lóbulo de las orejas, empezó a moverse como un poseso, vi por el tamaño de su pene y el ritmo de su respiración que estaba dispuesto a correrse, pero no era eso lo que yo quería, así que me separé y entonces le susurré al oído que fuera más tranquilo que aún teníamos muchas cosas que hacer. Me respondió que quería ser mío, que la noche anterior había disfrutado como nunca y que había estado todo el día pensando en que llegara de nuevo el momento en que estaríamos juntos en la cama. Me levanté y abrí las cortinas, quería ver todo lo que íbamos a hacer, le miré y me dije, que bueno está, tan ligero, con esa piel suave como un niño, ese culo perfecto, redondo, duro, suave al tacto, esa polla tan inexperta, pequeña, pero tan dura al mismo tiempo, esos huevos sin pelos, redondos llenos de esperma dispuestos a ser expulsados, ese vientre plano, esa boca tan ardiente.

Me acosté a su lado y empezamos a besarnos, ahora me di cuenta de cuanto le deseaba como nunca había deseado a ninguna mujer. Este chico era mío, tenía que poseerle ahora mismo. Besé su boca mientras apretaba su culo contra mí, mi polla me dolía de lo dura que estaba, a él debía ocurrirlo lo mismo, nos besábamos, nos tocábamos, bajé y me metí su pene en la boca, comencé a chupársela poco a poco con ternura, con destreza, él se retorcía, empujaba mi cabeza hacia él, estaba loco por correrse, más paré un instante y fui a buscar una toalla. Puse la toalla encima de las sábanas y le dije que iba a follarle, ya no podía esperar más. Comencé a chupar su culo, que maravilla, que bonito, pequeñito, duro y suave al mismo tiempo, le metí la lengua y cuando vi que empezaba a agrandarse, le dije que pusiera sus piernas en mis hombros. Comencé a penetrarle poco a poco, para que esa maravilla de culo se fuera haciendo a ese pedazo de carne que se iba introduciendo en él, empecé a besarle mientras le penetraba para intentar aliviar el dolor que sentía, cuando noté que respondía a mis besos supe que ya estaba preparado, empujé a fondo y metí toda mi polla hasta el fondo mientras incrementaba el ritmo, él se movía como un poseso, tuve que decirle que fuera a mi ritmo, así disfrutaría más. Le tenía agarrado por el culo, mientras le miraba a los ojos, él me decía que me quería, que era mío, que quería ser mi hijo, mi mujer, mi amante, mi puta lo que yo quisiera.

Yo empecé a gemir, aumenté mi ritmo y noté como mi niño se corría en mi vientre mientras lanzaba unos gritos tremendos. Eso hizo que yo también me corriera dentro de su culo, le agarré bien del culo atrayéndole hacia mí, mientras empujaba con mi polla dentro de él, mis huevos casi dentro de él. Eché litros y litros de esperma dentro de ese culo, al menos eso sentía yo. Le besé en la boca, nos besamos y me caí de lado junto a él. Puedo asegurar que fue el mejor polvo de mi vida, nunca había deseado tanto poseer a alguien, como lo había hecho con él. Me dio un placer que nunca había sentido. Después de un rato, ya más relajados, nos juntamos y comenzamos a besarnos mientras recorríamos nuestros cuerpos con las manos, que sentimiento más profundo me producía el tocar su redondo culo una y otra vez, no me cansaba de hacerlo. Le dije que se diera la vuelta, para poder poner mi verga en su culo, bien pegado a mi hijo, mientras le pasaba un brazo bajo su cuello y agarraba sus huevos con mi otra mano, apretándoles suavemente. Estaba tan en paz con el mundo en ese momento, que le susurré al oído, Te quiero, quiero que seas mío para siempre. El se volvió y mirándome a los ojos, me contestó: Te amo papá, quiero ser tuyo, tu amante, tu hijo, tu mujer, para siempre.

Desde ese momento, he mantenido una doble relación, con mi mujer cada vez más cariñosa y menos pasional y con mi hijo la más hermosa, caliente y apasionada que jamás tuve antes.
FIN
AUTOR ANÓNIMO

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