El amigo de mi padre.
A mi edad vienen a mi mente, aquellas experiencias que he tenido a lo largo de mi vida, de las cuales guardo bellos recuerdos. Mi infancia transcurrió dentro de una estricta disciplina por parte de mi padre, mi madre era más condescendiente. mi nombre es Juan. Escribí este relato pensando en que les agradaría leerlo, sucedió hace tiempo, y aun la recuerdo con agrado de cómo sucedió aquella mi primera experiencia, con un hombre amigo de mi padre.
Víctor siempre fue amigo de mi padre, así que lo conocí en casa desde que tengo uso de razón. De carácter jovial, alegre, simpático, siempre amable conmigo, soltero empedernido, tocaba la guitarra, le gustaba cantar, bien entonado, ocurrente, todo un tipo, en ese tiempo de unos 35 años, de cuerpo se veía bien, tenía manos grandotas.
Muy seguido estaba de visita en casa, no había semana que no viniera siempre con algún presente para mí, amigos desde su infancia mi padre y él, ahora se habían reencontrado y habían reiniciado una buena amistad.
A mi edad por esa época asistía a la secundaria, una tarde al salir de mi escuela un compañero me dijo que un hombre le había preguntado por mí en salida, y si, cuando salí vi que era Víctor.
-Tu papá me dijo que te llevara a casa, él tiene mucho trabajo y me pidió que pasara por ti y te llevara a casa.
No desconfié de él, me subí a su auto, y me llevó directamente a mi casa.
Desde ese día se aparecía por mi escuela con mucha frecuencia, a veces me invitaba helado, o un refresco, comenzamos a tenernos mucha confianza, ahora que lo pienso, él se tomaba libertades conmigo, en ese momento sus manoseos no se me hacían extraños, me acariciaba las piernas, me daba palmadas en las nalgas, o se pegaba a mí por detrás, llegó a poner mis manos entre sus piernas y se la acariciaba por sobre el pantalón.
Un día me llevó a su departamento, me mostró fotos de chicos y hombres desnudos, y fotos de hombres teniendo sexo con jovencitos. Ese día me acaricio todo mi cuerpo con ropa, me beso en la boca, yo le acaricie la verga por encima de su pantalón, Víctor estaba muy excitado, y yo igual, después de un buen rato de besos y caricias me llevo a mi casa.
Sus visitas por mí a la escuela se sucedieron frecuentemente, me subía a su casa y en el primer lugar solitarios estacionaba el auto, Nos besábamos en la boca, me acariciaba las nalgas, yo se la sacaba, y con mis manos se la acariciaba, ese día lo hice hasta que se vino. Una tarde pasó a casa por mí, me llevo a tomar helado, y después de eso me llevó en su auto hasta un lugar solitario y despoblado junto a un rio, nos fuimos al asiento de atrás, me estuvo acariciando, se sacó la verga bien parada.
-¿Te gusta chiquito? Está muy caliente, es para ti.
Ven acerca tu boca, bésala, abre tu boca y mámala.
No dije nada, era mi primera vez, me supo extraña, tomo mi cabeza para que no parara de hacerlo y entre masturbadas y metidas en mi boca se vino en ella. Esa mi primera vez sentí asco, y escupí el semen sobre un pañuelo que Víctor me pasó. A partir de ese día las visitas a ese lugar despoblado se sucedieron, me llevaba dos o tres veces a la semana, siempre para besarnos y darle de mamadas. Con el tiempo me acostumbré al sabor del semen, ya lo tragaba.
Un día según me dijo él, mi papa le pidió que fuera por mí a la salida de una fiesta de mi escuela, en ese tiempo se acostumbraban fiestas con refrescos y palomitas, les llamaban tardeadas, me llevó a su departamento, me mostró unas fotos nuevas que había conseguido, eran fotos de un hombre maduro con un jovencito de mi edad, donde el chico lo mamaba, y otras donde lo penetraba en varias posiciones.
-¿Te gustaría que te lo hiciera? Me preguntó, mas no supe que contestarle, quedándome callado.
Sentado sobre su cama, me desnudó y me llevó a que nos bañáramos. Me enjabono y lavó todo mi cuerpo, después de secarme me condujo a su recamara. nos tendimos sobre su cama los dos desnudos, me besaba acariciándome, me metió sus dedos entre mis nalgas, acarició mis piernas, me las besó, él estaba excitadísimo, tenía su verga bien parada, muy excitado, con la confianza que nos teníamos lo masturbaba, lo mamaba, le besaba los testículos.
Me abrazó con ternura, nos besamos ardientemente, acarició mi espalda, mis nalgas y mi pequeño pene. Tendido a mi lado, me abrazo por la espalda, puso su verga entre mis nalgas, la frotó con mi anito, y me dijo al oído:
-Tengo deseos de metértela, he tenido ganas de cogerte desde hace mucho tiempo.
Yo no dije nada, una sensación de pena y deseo me invadía, solo me abrace a él.
-Anda chiquito, me insistió, ¿te dejas coger?
-Me da miedo, le conteste.
-No te preocupes, tendré cuidado, ya verás cómo te va a gustar mucho, vas a sentir muy rico.
No le contesté, solo recuerdo que me abracé a él, temeroso, como pidiendo que no siguiera. Víctor se acostó boca arriba, y me dijo:
- Juanito, anda mama tu paletita que tanto te gusta…
De rodillas entre sus piernas, acaricié su verga, le llevé el prepucio hacia abajo, le besé la cabeza, la lamí a la vez que le acariciaba los testículos. Me urgió a que lo mamara y lo hice, me la metí en la boca, y comencé a mamarlo como lo había hecho muchas veces en el auto, la tenía muy dura, parada. Me tomó de la cabeza y me obligó a comerla toda, me ahogaba, me salían lágrimas, pero continué con su verga en mi boca. Me abracé a él, de su buró tomó un frasquito, se mojó los dedos y comenzó a acariciar mis nalgas, pasaba sus dedos entre ellas acariciando mi anito, presionando para meter un dedo, y lo hizo. Metiéndolo y sacándolo, fue lubricando a la vez que iba dilatando mi entrada. Acostado tras de mí, puso su pene entre mis nalgas, intentando introducirlo en mi virgen culito.
- Relájate chiquito. No tengas miedo, afloja y deja que la introduzca.
Quizá por miedo o inseguridad no conseguía relajarme. Insistió una vez más con sus dedos, me abrazó por la espalda, siguió con sus manos jugando entre mis nalgas, acariciando mi anito, tratando de introducir, no dos sino tres dedos, me sentía algo incomodo, pero me agradaba, por fin cambió sus 3 dedos por su verga, la puso en la entrada de mí ya dilatado anito. Aún sentía temor, pero sus palabras consiguieron irme tranquilizando.
-Relájate nenito, voy a ser cuidadoso, solo te dolerá un poquito al principio, pero luego te gustará y lo disfrutaras.
Sus palabras me convencieron, traté de no tener miedo, me sentí más confiado, me relajé, noté una vez más su verga en la entrada de mi ano, traté de relajarme, deseaba sentirlo dentro de mí.
-Así chiquito, --Me dijo, mientras colocaba la punta de su polla en la entrada. Empujó su verga y esta fue abriendo mi virgen culito a la vez que seiba introduciendo por él.
-¡Ahhh! ¡aaahhh!- Sentí un fuerte dolor, pero él no paró, continuó su penetración hasta que la sentí dentro de mí. Ya me la había metido toda.
Ahí permaneció sin moverse un momento, mientras me hablaba tratando de tranquilizarme y mi recién desflorado culito se fuera acostumbrando a aquel intruso que acababa de profanar hasta ese día mi virgen e inocente culito. Afianzándose con sus manos de mis caderas, comenzó a moverse despacio, iba poco a poco, lo hacía con delicadeza. Ya mi culo se había acostumbrado a la verga que lo había profanado, el dolor había cedido. Ahora me sentía seducido por ese hombre con el que había pasado gratos momentos, y en esos momentos me estaba haciendo suyo por primera vez. Sus manos eran suaves y calientes, él muy seguro de lo que hacía, iba sacando y metiendo su polla por mi culo, mientras me sujetaba con sus manos por mis caderas tirando de ellas hacia él.
Me dejé llevar por Víctor, sintiendo como se introducía una y otra vez en mí. Con la yema de sus dedos empezó a acariciarme mis pequeños y duritos pezones, en esos momentos me sentía muy caliente y excitado. Cerré los ojos y respiré profundamente notando como me estaba haciendo suyo. Víctor ya no hablaba, solo gruñía y jadeaba disfrutando de la culeada que me estaba dando.
Después de un rato donde me estuvo dando por el culo así, me giró poniéndome boca arriba sobre la cama, él entre mis piernas, penetrándome en esa posición, me tenía como un pollito asado. Víctor hincado frente a mí, yo sintiendo su verga muy dentro de mi recto, moviéndose, penetrándome hasta el fondo, una y otra vez, sacando su pene, apuntándolo, y volviendo a introducirlo, moviéndose frenéticamente, sin dejar de jadear mientras me cogía haciéndome suyo.
- Estás riquísimo, eres un chico muy lindo, te estoy iniciando al mundo del sexo, me gustas y te deseo mucho, me decía mientras me tenía su verga clavada en lo más profundo de mis entrañas, a la vez que acariciaba con sus manos mi abdomen y pecho, disfrutando de mis pequeñas tetillas a las que apretaba y pellizcaba mis hinchados pezones, mientras me miraba a la cara viendo como abría la boca disfrutando de la follada que me estaba dando.
No conteste nada, era algo nuevo para mí, solo sabía que aquello me estaba gustando, aquello me hacía estar caliente y excitado como nunca lo había estado. Mi pequeño pene estaba duro y erecto, él lo tomó entre sus manos, acariciándome mientras me cogía, introduciéndome toda su polla por mi culo, una y otra vez, notando como sus huevos golpeaban una y otra vez hasta ese día mi virgen anito. Cambió otra vez de posición, tendido sobre mi estómago, con sus pies sobre el piso, me abrió de piernas a la vez que con sus manos colocaba su verga en la entrada de mi anito y me penetró de una sola vez, se había introducido hasta lo más profundo de mi ser. Tomando mis caderas, comenzó a moverse dentro de mí. Una y otra vez me hundió su verga, una y otra vez me penetró fuertemente. Yo lo soporté, a la vez que estaba disfrutando de la primera cogida de mi vida.
Gemía y gritaba aferrándome a él, mientras él me daba por el culo, escuchando como su pelvis golpeaba mi pequeño culito, pudiéndose oír el sonido que producía mientras estaba siendo culeado, plof, plof plof plof, plof, plof plof plof.
Noté como él afianzándose fuertemente de mis caderas, apuraba sus embestidas haciéndolas más rápidas y profundas, empecé a sentir su pene palpitar dentro de mi culito, a la vez que gruñía fuertemente, se tensó, y sentí como se corría dentro mía, dejándome su semilla en lo más profundo de mi ser. Me había preñado con su semen.
-¡Ohhh! ¡ooohhh que rico! ¡Que rico papi! -exclamé- Me estaba gustando aquella sensación que estaba sintiendo; ¿Que rico papi, méteme la verga, cógeme, soy para ti papi! -le gritaba notando como me estaba preñando.
-Si mi niño sí, ya eres mío, te lo aseguré chiquito, te dije que te iba a gustar. Estás disfrutando tu primera cogida y esta no será la última, esta es la primera, ahora ya eres mi hembrita, y te preñaré siempre que quieras.
Fue increíble, siguió tumbado sobre mí, con su polla dentro de mi culito, mientras me besaba y mordía mis labios susurrándome lo mucho que le gustaba. Yo no podía más, también yo estaba muy caliente y excitado. Víctor siguió penetrándome, vibrando en mi interior mientras su semen terminaba de salir de su polla, dejándome preñado.
Víctor una vez terminó de correrse dentro mía, me azoto con fuerza con sus grandes manos, en el mismo momento que sentí como yo comencé a venirme muy rico sobre mi pecho y abdomen.
-Oohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! - Chillaba mientras temía un fuerte orgasmo, empezando a derramar mi lechita sobre mí.
Víctor al ver cómo me había hecho venir sin siquiera tocarme, salió de mí, me puso la verga a la altura de mi boca mientras yo se la mamaba y me dijo...
-¿Toma, prueba la lechita que te doy!
La acepté, mamé y chupé aquella verga que acababa de preñarme y hacerme su hembrita, dejándole la polla limpia y mojada de mis babas. Me sentí querido, deseado, sabía que a alguien le importaba.
Es el relato de esa mi primera experiencia con un hombre que me hizo suyo, alguien a quien llegué a querer mucho. Después vinieron más veces en las que me hizo suyo, lo seguí viendo durante un tiempo, y siempre fue igual de intenso.
FIN
Autor: Juan Fuldós, de Relatosonline.com
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