El visitante nocturno




Estando boca abajo, giro mi cabeza para mirar el reloj que está encima de la mesilla de noche. Marca la una de la madrugada. Como cada noche, siento cómo el pomo de la puerta gira y ésta se abre. Puntual como siempre, me digo a mí mismo. Noto unos pasos adentrarse y cerrar la puerta tras de sí. Mi respiración se acelera, pero tengo que hacerme el dormido. 

Así funciona el juego.

Lentamente siento cómo se acerca a mi cama. Noto sus manos subir por mis pernas y, despacio, quitanmis sábanas. No es que haga mucho calor, pero suelo dormir desnudo para facilitarle la tarea. Es mucho más divertido así. Acaricia con la yema de sus dedos mis nalgas, se me eriza la piel. Se me escapa un suspiro, pero sigo estando dormido. Con cuidado, separa mis nalgas para dejar expuesto al aire nocturno mi agujero. De pronto cae un líquido espeso y caliente entre mis piernas. Da justo en el blanco. Uno de sus dedos se aventura entre mis dobleces y esparce bien la saliva que está sobre mi agujero. Después de un leve jugueteo noto su aliento, su lengua, su boca, empezando a devorarme el culo. Me muevo un poco, dándole a entender que debería tener más cuidado si no quiere que me despierte. Afloja un poco el ritmo y me lame dulcemente. Yo me relajo y me dejo hacer. Este tira y afloja es  cuando ambos debemos fingir mesura y cuidado, pero los dos estamos deseando en dar rienda suelta a nuestros deseos más calientes. Es algo que me pone muy cachondo.

Una vez que decide que mi ano está lo suficientemente lubricado y relajado se incorpora y se aleja de mí. Escucho ruido y movimiento de ropa. Se está desnudando. Trago saliva. Ya falta poco. Cuando se acerca a mí de nuevo se sube a la cama y se coloca encima de mí. Abre mis piernas con cuidado y coloca la cabeza de su polla en la entrada de mi culo. La noto ardiente, babeante e impaciente, como siempre. Él se acerca a mi oído y me gruñe mientras me comienza a penetrar. Sé que ahora mismo está sonriendo, triunfante. Notar cómo su verga me penetra fácilmente y casi sin resistencia hace que ponga los ojos en blanco y me quede sin aliento. Pero él no tiene compasión, y no para hasta que me la ha metido por completo. Suelto un suspiro de alivio, que poco dura, pues no está dispuesto a darme tregua. Lentamente, pero con decisión, empieza un mete saca que me hace ver las estrellas. Sentir en lo más profundo de mí su verga, en el silencio de la noche y sin luz, incrementa mucho más lo que siento. 

Habiendo dado ya de sí a mi pobre agujero, el visitante acelera el ritmo, echando su peso sobre mí. Su cuerpo, caliente y sudoroso, bota encima de mí, regalándome como cada noche el mejor momento del día. Entre sus envites se me escapa algún gemido, que él, rápido y a sabiendas, tapa con su mano y obligándome a meter mi cara en la almohada. No quiero despertar a mamá.

Al cabo de un rato cambia de ritmo, penetrándome de forma lenta y profunda. Yo estoy ya en el séptimo cielo, casi se me olvida de dónde estoy o de qué hora es. Mi polla, aprisionada entre dos cuerpos, lucha por querer salir, querer que la toque, que la acaricie. Me llama, escupiendo un cristalino líquido transparente, denotando lo cachondo que estoy. Me están destrozando el culo, y no quiero que esto acabe. El visitante aprovecha para morder mis hombros, arañar mi espalda, hacerme partícipe de su disfrute. Sé que, si pudiera, me pondría contra la pared para romperme el culo de una vez por todas, pero ni siquiera puede darme una simple cachetada en las nalgas. No podemos hacer ruido, y eso es lo que más cachondo me pone, y sé que a él también.

Acelerando de nuevo sus embestidas, me agarra la cabeza y me la vuelve a hundir en el colchón. Sus huevos no paran de rebotar en mi culo a una velocidad vertiginosa. Sé que está a punto, y lo estoy deseando. Mi polla no para de restregarse contra las sábanas y eso me proporciona un placer indescriptible. Verme tan usado me pone tanto... 

Noto cómo gruñe, cómo bufa, cómo lucha por no gritar y gemir mientras su polla se hincha en mi culo y empieza a llenármelo de leche. Uno, dos, tres... hasta cuatro trallazos de lefa bien calentita acaban en mis entrañas. Él deja su polla metida hasta el fondo y yo aprovecho para moverme un poco y restregarme contra el colchón. En poco tiempo yo también me estoy corriendo, en silencio, pero ambos jadeantes y cansados.

Una vez que nos hemos recuperado un poco sale de mí y veo cómo se comienza a vestir. Poco después se dirige hacia la puerta y, antes de marcharse, me susurra.

- Buenas noches, hijo.

- Buenas noches, papá.

Y con esas se marcha. Yo me acomodo en la cama y me dispongo a dormir plácidamente sintiendo mi culo usado, follado y rebosante de leche.

Hasta mañana por la noche...
FIN.

Autor: Inmonitus
Basado en el còmic EL VISITANTE NOCTURNO de Josman-

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