Cuatro Hermanos
Desperté sobresaltado, había tenido un sueño muy extraño porque estando despierto no sabia si era real o fantasía todo lo ocurrido en el mismo, habían pasado ya casi seis meses desde que encontramos aquella cabaña en el bosque, la caza el agua y la vegetación eran abundantes y el clima no demasiado extremo, por lo que a pesar del aislamiento de la civilización nuestra supervivencia estaba mas que asegurada.
Las continuas guerras que desolaban pueblo tras pueblo, las enfermedades y la miseria acababan con aquellos que no lo había hecho aun y el mundo que habíamos conocido hasta entonces empezaba a desaparecer, eso hizo que nos decidiéramos a escapar una noche entre las sombras y caminar montaña tras montaña hasta encontrarnos en medio de la nada. Aquellas cuatro paredes eran todo nuestro mundo, tumbado en aquella cama abrí los ojos y me quede observando a mi alrededor, las imágenes que aparecían ante mi me devolvían a esa realidad que nos había tocado vivir en nuestro deseo por escapar de una vida terrible, todo mi mundo y toda mi vida estaban entre aquellas cuatro paredes. Nuestros padres habían muerto, no teníamos parientes y estábamos solos yo, y mis hermanos, los quería y habíamos jurado seguir hasta el final ayudándonos unos a otros. Convivíamos juntos, sin ningún tipo de intimidad entre aquellas cuatro paredes y mis ojos, empezaron a recorrer sus cuerpos uno a uno.
Álvaro, tumbado boca abajo, dormido abrazado a la almohada, con el cuerpo forjado por el trabajo estaba a mi lado, cubierto solo por un viejo pantalón corto de algodón que dibujaba perfectamente la única parte de su anatomía que quedaba oculta a mis ojos, y no es porque nunca lo hubiese visto sin ropa, claro que lo había visto, éramos hermanos y compartíamos la cama desde nuestra infancia y la cotidianeidad había hecho que aunque distintos de carácter el destino nos había hecho conllevar cama, y a veces plato, eso nos daba poca intimidad entre nosotros, aquel cuerpo alto fibrado, de pelo oscuro y barba cerrada que el siempre dejaba con ese aire de mal afeitado, su tórax potente con sus pectorales coronados por dos pezones desafiantes, oscuros y grandes, su culo, promontorio máximo de su espalda perfectamente dibujado como una jugosa manzana que te invita a comértela, y entre sus piernas un poderoso sexo, grande y sin circuncidar, que salía desafiante hacia delante dando libertad de movimiento a dos gruesos huevos que sin colgar en exceso, se movían orgullosos de ser contenedores del elixir de la vida. Lo mismo sucedía con los gemelos, Borja y Sergio, cuatro años más jóvenes que yo, compartían la otra cama de la habitación, tan iguales y tan distintos al mismo tiempo, Borja tan abierto y jovial, con una sonrisa siempre dibujada en sus labios y Sergio tan cerrado, con un halo de misterio y una mirada melancólica que te impedía adivinar que ocurría en su mundo interior, sin embargo sus cuerpos eran esplendidos, con unos músculos perfectamente dibujados y que eran proféticos del esplendor que alcanzarían en su plenitud con el paso de los años, morenos como Álvaro pero con la piel mas suave, sin vello corporal y no tan altos como el, poseían ese extraño y particular vinculo que une a todos los gemelos, se amaban y se odiaban al mismo tiempo, enfermaban reían o lloraban casi al mismo tiempo, ellos estaban allí, dormidos, entrelazados como lo habían hecho siempre, estaban sin ropa con su desnudez erecta casi uno sobre el otro, pero para nada había contonacion sexual en su gesto, eran así compartiéndolo todo.
Pues ahí estaba yo, junto a mi hermano mayor y mis hermanos menores, yo era distinto, como si no fuésemos de la misma familia, mi cabello era rubio como el sol y mi piel blanca, nunca tuve un cuerpo fuerte ni musculoso como mis hermanos, yo era mas estilizado, definido sin llegar a delgado, y con las piernas largas que me daban ese andar felino y elegante, nunca destaque en actos de fuerza ni en ejercicios físicos, simplemente no me interesaban, además en todo lo que hacia se notaba mi lado femenino, observaba a mis hermanos y mis ojos se deleitaban admirando sus cuerpos, aquella masculinidad me embriagaba, ellos me trataban como a su hermano, me querían como un hermano quiere a otro, sin condición, compartíamos cama, mesa, baño.. nuestros cuerpos no tenían secretos el uno para el otro, eso hacia que mas de una vez compartíamos el momento del baño.
Disfrutaba introduciéndome en la pila con los gemelos y enjabonar y frotar sus cuerpos, lo había hecho desde que eran pequeños como mi hermano Álvaro lo hizo conmigo, unos a otros habíamos visto como nuestros cuerpos se desarrollaban, como la pubertad había hecho engrandecer nuestras pollas y como el vello había cubierto varias partes de nuestro cuerpo, En verdad que eran tres hombres hermosos, pero por encima de todos mi favorito era Álvaro, el encarnaba todo lo que yo esperaba de un hombre, masculinidad, fuerza, inteligencia, bondad y un atractivo personal que yo no podía evitar de que ejerciera toda su fuerza en mi haciendo que sin querer y estaba enamorado de mi hermano.
Estaba centrado en mis pensamientos cuando Álvaro extendió su brazo como desperezándose, con las yemas de sus dedos alcanzo mi pecho y el simple roce de su mano electrizo mi piel, sus dedos recorrieron mi pecho y dibujaron líneas en el lienzo de mi piel, aquello me excito y no sabia si podría controlar mis instintos, era mi hermano, intente concentrarme para evitar la erección que se estaba gestando en mi polla, pero su cuerpo en movimiento y traicionado por el sueño, se acercaba hacia el mío sin ningún tipo de voluntad. El si estaba con la polla erecta, la sentía dura, brutal y enorme en mi costado, pero quizás no lo sabia o no le daba importancia, éramos hermanos y ese contacto había existido siempre, claro que desahogábamos nuestros instintos con la masturbación, eso lo sabíamos todos, jamás lo habíamos hecho juntos, pero mas de una noche el suave y cadencioso frotar de las manos en las pollas bajo las sabanas se escuchaba en la habitación, los suspiros contenidos y la respiración entrecortada nos anunciaban lo que alguno de nosotros lo hacia, y como detonante todos nos uníamos en silencio con el iniciante, no nos decíamos nada, pero éramos conscientes del momento.
Álvaro tenia vello en el pecho, negro, no muy espeso que bajaba sobre su tórax hasta el ombligo y que descendía en un hilo hasta volver a crecer alrededor de su polla y huevos y en su entrepierna, como marco de aquella obra de arte que era su poderoso sexo, el caminaba y el balanceo del mismo marcaba un son cadencial, pero ahora su polla estaba en su máximo esplendor, dura, grande y potente, por su punta goteaba el precum que no solo mojaba su raído slip sino que ya mojaban mi muslo, yo sentía aquella fuerza pegada a mi cuerpo y no podía o no quería contenerme, claro que habíamos crecido juntos, estábamos solos y lejos de la civilización, pero éramos hermanos y ese vinculo a mi se me debilitaba cada día que pasaba y no estaba seguro si podría podría resistir el deseo que flotaba en el aire.
No podría precisar si Álvaro estaba dormido o no, solo sabia que aquello estaba sucediendo y que avanzaba sin freno, su cuerpo se apretaba cada vez mas al mío y yo estaba cada vez mas excitado, desobedeciendo a mi voluntad pero impulsado por el deseo me gire hacia el, nuestros cuerpos quedaron frente a frente nuestras pollas, duras, rozándose una a la otra, nuestros cuerpos con una respiración acelerada el mío y pausada el suyo, frente frente y nuestros labios casi juntos con los alientos entremezclados. Él tenía los ojos cerrados, y aparentemente dormía, con la punta de mi lengua roce el contorno de sus labios, un sabor embriagador inundó mi paleta de sabores, el dulce y el amargo se mezclaban al unísono, y una explosión de sensualidad recorrió mi cuerpo sin dejar un solo rincón por detonar, descendí suavemente mi mano entre los dos y deslice hacia abajo la única prenda que llevaba puesta mi hermano liberando su sexo que golpeo secamente sobre su abdomen.
Álvaro rodeó mi cintura con sus potentes manos y medio incorporando su cuerpo se sitúo encima mío, su potente polla se coló en mi entrepierna que el mantenía abierta presionando sus rodillas en mis muslos, cuando aquella barra de carne caliente quedo encajada en mi entrepierna y su capullo rozaba el anillo de mi culo, abrió mínimamente sus ojos oscuros, me miro y buscando un gesto de aprobación por mi parte me sonrío débilmente, yo solo atine a lanzar un débil suspiro que el capto como un gesto de aceptación, junto mis piernas utilizando las suyas y su polla quedo firmemente aprisionada, el calor y el sudor cubrían nuestros cuerpos con una humedad resbaladiza que facilitaban la fricción mutua y ejercía como de lubricante, su duro abdomen masajeaba mi polla, también mientras mis huevos se balanceaban al compás de sus movimiento que cada vez adquirían un ritmo mas fuerte, sentía como su polla, endurecía y friccionaba mi perineo y se colaba entre mi culo como buscando introducirse en mi culo, en aquel momento todo me daba igual, era consciente de que me estaba entregando a mi hermano, sabia que aquello no estaba bien pero éramos cuatro hombres jóvenes, solos y la carne estaba a punto de ebullición, no podíamos y estaba claro que no queríamos negarnos ni el instinto ni el placer.
En medio de aquel frenesí de sexo, vi como los gemelos se movían en la cama de al lado, el ruido el movimiento o quizás solo el olor a sexo que desprendíamos Álvaro y yo los habían despertado, estaban medio incorporados con sus pollas erectas en sus manos masturbándose con morbosidad mientras sus miradas estaban fijas en lo que ocurría en nuestra cama, paramos casi en seco y miramos juntos hacia el otro lado de la habitación, nuestras cuatro miradas se encontraron en un punto, cada uno de nosotros expresaba algo totalmente distinto simplemente con el brillo de los ojos, Álvaro tenia un brillo de deseo que solo tiene el macho Alfa cuando domina por fin a la hembra de la manada, Borja mantenía una sonrisa medio de vicio y medio de complicidad deseoso de introducirse y comerse los restos del festín, Sergio miraba como aceptando que lo inevitable había terminado por suceder y comprendía que aquello no estaba bien pero no se podía frenar, y yo, que solo sentía pasión y lujuria, eran mis hermanos pero una parte de mi los veía como tres machos magníficos y con deseo de vaciar la leche de sus huevos con algo mas que el simple placer de la mano.
Los dos gemelos se levantaron al unísono y entrelazando sus brazos se acercaron a mi rostro, sus dos pollas casi juntas y babeantes de jugos buscaban mi boca, Álvaro apoyando su cuerpo sobre sus brazos se incorporo y dejo que mi cabeza se acercase a tan suculento bocado, mi boca ávida se abrió y con la lengua fui recorriendo aquellos dos capullos rosados y brillantes, no me cabían los dos al mismo tiempo por lo que forzando el giro me di media vuelta e intente usar mi boca y mis manos para dar placer a los gemelos pero exponiendo mi culo a merced de Álvaro, el no desaprovecho la ocasión y sentí como su lengua humedecía mi orificio que hambriento se abría ante sus embates, abrió mis glúteos y su lengua dura y grande lamia el contorno, se movía de arriba abajo y taladraba sin cesar consiguiendo vencer la débil resistencia de mi orificio dejando la puerta completamente abierta, paso su mano bajo mi estomago y al intentar alzar un poco mi cuerpo para facilitarle a tarea se encontró con mi polla, la sujetó con firmeza, la recorrió en su totalidad, amaso mis huevos con ternura y vicio al mismo tiempo y mientras mi mente se nublaba por el placer recibido sentí como la suya se colaba entre mi raja buscando entrar en mi culo, la frotó como pidiendo permiso para entrar, esparció su precum por mi anillo lubricándolo al máximo y de un empujón me la encajo hasta los huevos, una mezcla de dolor y placer me sacudió entero, toda su masculinidad invadió mi interior, podía sentir hasta el ultimo centímetro de su piel en contacto con la mía, sus manos en mi cintura, su aliento en mi cuello y sus huevos golpeando los míos, estábamos en pleno delirio y medio rodamos hasta el suelo sin sacar en ningún momento aquel fierro de mis entrañas, nos quedamos colocados boca arriba, yo sobre su estómago apoyado sobre mis codos y con las piernas flexionadas notaba como aquel cilindro de carne bombeaba en mi orificio perfectamente dilatado y friccionando mi próstata hasta limites de placer infinitos.
Borja cayo de rodillas colocándose entre nosotros, sujetó mis tobillos con sus manos, alzo mis piernas y mediante un movimiento de deseo coloco su polla sobre la de Álvaro que entraba y salía de mi culo, presiono y consiguió introducirse junto a el, eran dos pollas las que ocupaban mi interior, Sergio que no había dejado de masturbarse con un frenesí desconocido para mi me miraba esperando tu pedazo del pastel, guíe sus movimientos y lo sitúe frente a mi en horquilla con su polla palpitante frente a mi boca, el comprendió al instante, me introduje hasta la garganta aquel mástil mientras Borja quedo con su culo frente a su cara, ya no pensábamos quien hacia que y a quien.
Yo estaba sobre Álvaro dándole la espalda y con Borja a horcajadas levantándome las piernas, ellos dos tenían sus pollas juntas dentro de mi culo, Álvaro me masturbaba a mi pero con su cuerpo quieto ya que el vaivén de Borja era mas que suficiente para darle placer a el y de rebote a su hermano, Sergio tenia su polla en mi boca mientras su hermano le comía el culo con ansia desbordada y yo miraba todo aquello con los ojos casi en blanco. Habíamos destapado la caja de los truenos y estábamos seguros que no queríamos volver a cerrarla, ninguno de nosotros habíamos tenido muchas experiencias sexuales pero nuestros cuerpos estaban en plena ebullición, lo que nos estaba pasando era algo casi inevitable, cuatro jóvenes, fuertes vigorosos y con las hormonas en plena ebullición, necesitábamos sacar nuestro brío sexual como fuese, y esta era la mejor y mas efectiva manera.
La proximidad del orgasmo era mas que evidente, nuestras miradas se entrecruzaban como buscando una señal y yo fui el detonante, me sujeté a los brazos de mi hermano mayor casi clavándole las uñas, el capto la señal y sacando su polla de mi culo hizo un retroceso y un avance con lo que su polla entre mis piernas volvió a colocarse en mi ingle y al lado de la mía, Borja hizo lo propio con la suya y quedamos los tres con las pollas palpitandocasi una encima de la otra, Sergio comprendió la situación, se giro y flexionando su cuerpo junto la suya con las nuestras aunque en sentido contrario, y como si hubiese sonado un pistoletazo de salida, nos corrimos los cuatro al mismo tiempo.
Un espectáculo y una explosión de esperma sucedió en aquel momento, cuatro pollas jóvenes y vigorosas lanzando trallazos de leche como una fuente mágica, Álvaro y yo ladeamos la cabeza y nos devoramos la boca el uno al otro mientras los gemelos hacían lo mismo entre ellos, estábamos los cuatro embarrados en nuestro esperma, habíamos desahogado nuestro deseo, nos sonreíamos entre nosotros intercambiando caricias y no nos sentíamos culpables.
En estos momentos pienso que para mis hermanos aquello era la única manera de desahogo pero para mi era el descubrir de mi sexualidad, yo era gay y aunque nunca antes hubiese conocido otros hombres, era consciente de que estaba enamorado de mi hermano Álvaro, ese pensamiento y en ese momento, justo después de haber vivido semejante orgia de sexo con mis tres hermanos me dolían enormemente, pero yo sabia que para ellos y para mi había sido una válvula de escape, que podía o no repetirse y que en ningún momento iba a condicionar su vida, para mi era distinto, nunca mas miraría a mis hermanos del mismo modo, mis manos nunca mas serian las mismas al estar en contacto con su piel, y en cuanto a Álvaro, era mejor intentar alejarlo de mi mente, era mi hermano y nunca seria mi amante, de eso estaba seguro..
O quizás no.
FIN.
Autor: Víctor Guerrero
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