EL HIJO DE UN SOLDADO. PARTE 2.
Llevaba esperando una hora y media. Miles de preguntas pasaron por mi cabeza “¿Y ahora qué?¿Es este el momento en el que me insulta pensando que soy un maricón? ¡Pero carajo!, no soy un marica”. Lo de la sala simplemente sucedió y nada más.
El sonido de su caminar se detuvo del otro lado de la puerta. Mi sangre se heló en mis venas. Había un silencio absoluto y podía oír su respiración. Pero no entró, siguió por el pasillo, llegó a su habitación y cerró la puerta de un portazo. Yo permanecí inmóvil. Todavía podía sentir las húmedas manchas de semen en mi camisa. Cuando desperté a la mañana siguiente, papa ya se había ido. Él siempre se iba temprano, pero dadas las circunstancias de la noche anterior, me pareció raro que se hubiera ido sin hablar conmigo. Pasé por la sala mirando la escena de mi crimen: el sofá, la cocina, su botella de cerveza todavía allí. Su pecho desnudo, esos bíceps, esa boca, esas imágenes pasaron por mi mente mientras agarraba mi mochila y me iba a la escuela.
Llegué a casa tarde ese día. Papa ya estaba comiendo cuando entré a la casa y apenas logré decir un incómodo "Hola", que no tuvo respuesta. Sentado en la mesa, puestos unos jeans azules y una remera vieja, comía en silencio y el único sonido era el de los cuchillos cortando la comida. Me puse a calentar la mía en el microondas y luego me ubiqué en la mesa. Él no me miraba. En su rostro se dibujaba una expresión de enojo mezclada con vergüenza.
"Lo siento, papá", le dije después de un largo silencio. Él levantó su cabeza y me miró de manera fría.
"Estoy realmente..." y se detuvo.
"No", dijo brevemente, levantando su mano. "¡No quiero que se vuelva a repetir!” soltó, pinchando el aire entre nosotros con su tenedor.
"Si, señor" Le respondí y abandoné la sala.
Las tenciones entre papá y yo permanecieron durante los próximos dos días. Era demasiado incómodo para nosotros estar en la misma habitación. Pero a pesar de la distancia me toqué algunas veces pensando en él. Era extraño. Yo nunca lo había hecho pensando en un chico y menos en mi viejo. Su imagen se repetía una y otra vez en mi mente mientras me acariciaba la pija. A veces pensaba en lo que había pasado exactamente la otra noche... Papá en la cocina, yo en el sofá. Pero otras veces era diferente. Oía abrirse la puerta, veía su silueta enmarcada en el umbral, luego se acariciaba el cabello, iba hasta la cocina, se desabrochaba la camisa exponiendo para mí su cuerpo militar. Lo observaba masajearse el pecho, metía su mano en el pantalón y acariciaba su armamento. Entonces papá me veía en la oscuridad tirado en el sofá mientras me jalaba la verga. Mis ojos estaban cerrados mientras sentía el tibio líquido preseminal humedeciendo mi tronco, sin tener idea de que papá me había visto.
Mi padre caminaba tranquilamente y se ubicaba detrás de mí. Entonces sentía que algo había cambiado. Abría los ojos y descubría que el estaba parado ahí, acariciando su imponente miembro sobre mi cara mientras empujaba su pelvis sobre mi.
"Bueno, bueno, bueno... ¿Qué tenemos aquí?” “Parece que un recluta tiene lista la pistola”.
Pensando en tu chica ¿Verdad?... ¿Pensando en sus labios envueltos alrededor de tu verga, enterrando su cara en tu entrepierna hasta que largas un carga de leche en su boca? o ¿estas pensando en un hermoso culo, de alguien que viste en las duchas del escuadrón hoy? ¿En el culo musculoso de algún soldado? ¿Metiendo tu gran polla en su apretado y oscuro hoyo? ¿Tus manos en sus caderas, acorralándolo contra la pared, apretando su mejilla contra los azulejos, mientras le das una cogida que nunca olvidará?”
Sentía su voz en mi oído, "¿Quieres sentirte bien hijo? ¿Quieres que la pasemos bien?” Se colocaba frente al sofá, mis ojos fijos en su polla, en su brillante punta. Era grueso, su físico era perfecto. ¡Era todo un semental!
Él acariciaba su verga lentamente mientras me miraba a los ojos. Flexionaba sus rodillas dejando su tranca cerca de mi boca por un momento, mientras yo trataba de entender lo que estaba pasando. Sentía el roce de su verga por mi labio superior dejándolo humedecido por el precum, que caía también en mi labio inferior. Cerraba los ojos, pasaba mi lengua por mis labios y lo saboreaba.
"Hazme gozar muchacho, muéstrame de lo que eres capaz de hacer por tu padre”, decía.
Abría mi boca y buscaba su polla.
"Comete esta poronga militar"
Mis labios envolvían su tronco y su cabeza quedaba dentro de mi boca, largando esos jugos que había probado hace un momento. Y la empujaba metiéndomela toda hasta la garganta. Sus bolas chocaban contra mi mentón y sus vellos raspaban mis mejillas. Mis manos posadas en sus nalgas sentían la presión cada vez que toda su virilidad se metía en mi boca a más no poder. Mi papá ponía su mano detrás de mi cabeza presionándola aun mas contra su verga y mi lengua no dejaba lugar sin saborear. Miraba de nuevo su cara y el la mía, mientras que por mi pija brotaban gotas tibias y caían a ambos lados de mi tronco y humedecían mis bolas. Él no me hablaba sólo observaba como mis labios chupaban todo su sexo. La metía y la sacaba una y otra vez de mi boca. Mis manos seguían acariciando sus duras nalgas y mis dedos mojados por mi precum recorrían su sudorosa grieta y encontraban su cálido agujero. Frotaba mi dedo alrededor de la sensible abertura con un movimiento circular y podía sentir en mi boca que su pija se ponía aun más dura de lo que ya estaba. Fui ejerciendo cada vez más presión sobre ese hoyo y podía sentir como se iba abriendo, hasta que mi dedo se deslizo en su interior. Fui incrementado la velocidad con la que se lo metía y la furia con que me hacia tragar su pija también aumento.
"¡Eso es! coge el culo de papa, si así... más fuerte... trágate la leche de papi... ¡Pruébala toda!"
Y era entonces cuando sentía que descargaba todo su tibio semen inundando mi boca con ese espeso jugo, que se me iba hasta la garganta y choreaba por mi boca.
Mi mano comenzaba a ocuparse de mi verga, jalándola salvajemente.
“¡Vamos muchacho... dame esa leche... dale la leche a papa!"
La carga explotaba de mi polla y llegaba muy alto y caía en mi barbilla y salpicaba todo mi pecho. Mi poronga quedaba empapada de leche.
"Eso es todo hijo, así es como los machos calman su calentura" me decía con una sonrisa en su rostro.
El sonido de la puerta principal cerrándose me trajo de vuelta al mundo real. Trate enseguida de tapar con la remera la erección que todos mis pensamientos habían producido.
"Oye papa", le dije con la esperanza de que al fin me respondiera.
"Hola hijo" dijo preocupado. Parecía cansado.
"¿Qué es lo que te pasa, está todo bien?" le pregunte.
"Tuve un día largo. Demasiadas cosas en que pensar”
"¿Y a vos como te va?"
"Todo bien" preparando algo para el equipo de fútbol.
"Me parece bien" me dijo dándome palmaditas en la espalda. Yo rogaba que todo volviera ser como antes.
"Bueno… ¿Por qué no preparas la cena mientras yo me doy una ducha?"
"Ok, voy a ver que puedo preparar”
En el refrigerador encontré unas chuletas de cerdo congeladas. Tuve que agarrar un cuchillo para separarlas y accidentalmente termine lastimándome un dedo.
“¡Maldita sea!” grite. Me dolía más de lo que me había cortado y no había mucha sangre por suerte pero necesitaba un vendaje. Me dirigí hacia el cuartyo de aseo, buscando el botiquín de primeros auxilios y por el camino me quité la remera, que había sido salpicada un poco. Papá estaba en la ducha y la puerta del baño estaba apenas abierta.
“¡Oye pa, me acabo de cortar el dedo! ¿Puedo entrar a buscar una curita?”
"Si claro, gritó. Las curitas estaban en el botiquín y antes de abrirlo mire por el espejo para ver si podía ver a papá. A pesar de que el vapor del agua había empañado el espejo pude ver suficiente como para empalmarme. Vi como sus manos jabonaban enérgicamente su entrepierna y el sonido del agua golpeando su cuerpo hizo vagar mi mente. Moría de ganas por estar dentro de la ducha con él, de arrodillarme bajo las gotas de agua y comenzar a mamar su verga mojada. Pero había entrado al baño a buscar una curita y eso es lo que tenía que hacer, y no dejarme llevar por mis deseos.
Estaba colocando el vendaje sobre mi herida cuando sentí abrirse la puerta de la ducha. Papá se asomó, con su cabello mojado, necesitando una toalla pero no había ninguna cerca suyo.
"¿Cariño, podrías alcanzarme una toalla?"
Busqué una en el armario y al darme vuelta él estaba parado frente a mi completamente desnudo con las gotas de agua chorreando por todo su cuerpo. Intente no mirar pero me fue imposible.
"Gracias hijo" y sonrió.
Secó el agua de su cara y aprovechando esto eché una mirada sobre su cuerpo… el agua lo hacia todavía mas irresistible. Pude ver que teníamos casi la misma verga, pero la de papá tenía prepucio y era un poco más grande que la mía y parecía estar algo erecta. Eso me pasaba a mi cuando la enjabonaba y me pasaba ahora que pensaba lo cerca la tenia de mis manos y cuantos deseos tenia de poder agarrarla. De repente me di cuenta de que no yo no tenía ninguna camisa puesta para ocultar la protuberancia que crecía en la entrepierna de mis pantalones vaqueros...
FIN DE LA SEGUNDA PARTE
Puedes leer la primera parte aquí.
Texto e ilustraciones Josman.
Publicado originalmente en Handjobs Magazine
Traducción anónima, probablemente basada en la que aparace en Baratime&yaoi, y extraída del usuario Feche del foro Xtasis
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